viernes, 13 de julio de 2012

DESDE EL POZO MARIA LUISA


La imagen de los mineros marchando sobre Madrid me ha retrotraído a los tiempos en que mi padre escuchaba una radio pirata desde donde La Pasionaria arengaba a los mineros de la cuenca asturiana animándolos a  mantener una huelga indefinida que según ella paralizaría toda la nación.


 Desde mi visión de niño los mineros eran  de hombres rudos, fuertes y combativos a los que nada se les ponía por delante, capaces de fumarse los cartuchos de dinamita después del café como quien fuma una faria mientras entonaban un himno que por estar prohibido nadie más que ellos se atrevía a cantar en público. Los mineros en definitiva eran para mi unos superhombres a los que nadie podía enfrentarse si no querías salir malparado, pero de los que todos dependíamos si queríamos que nuestras fábricas y talleres funcionaran.

Ahora los he visto llegar a Madrid;  la sensación ha sido muy distinta vienen a pedir pan, vienen a pedir trabajo; ellos que fueron el soporte y el motor de la España de Franco contra el que al mismo tiempo se enfrentaron vienen a pedir a los partidos de la democracia por la que lucharon que no se les deje en la estacada, que si cierran las minas no sabrían hacer otra cosa,  que quieren seguir sacando carbón a pesar de las dificultades que representa la profundidad de los pozos y la precariedad de su trabajo. Ellos eso si han conseguido entrar en Madrid entonando su himno coreado a su vez por la gente del pueblo que los recibió como los héroes de la resistencia.

Sus líderes sindicales se apuntaron a la llegada pero ninguno se hizo responsable de no haber sabido gestionar este desenlace ni quiso explicar que se hizo con las asignaciones económicas que la comunidad europea destinó para dinamizar las cuencas mineras ni la responsabilidad que los sindicatos deben asumir en todo este desaguisado.

Es tremendamente injusto que el propio desarrollo que ellos ayudaron a crear sea el mismo que ahora los haga desaparecer engullidos por la aterradora  y desastrosa  espiral económica que nos abruma, la minería al igual que otras muchas industrias empieza a formar parte del  pasado mientras los hombres y mujeres que la hicieron posible engrosan las filas del paro sin más horizonte que una subvención de supervivencia y un futuro tan negro como el carbón que gestionaron.

SI LOS OJOS DE LAS MINAS SE CIERRAN Y LOS DE ESPAÑA SE CIEGAN EL LAZARILLO QUE NOS MANDEN SE QUEDARÁ CON LA HACIENDA 

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Este soy yo

Hace ya muchos años que las circunstancias me hicieron dejar Salamanca por motivos profesionales, instalándome en Barcelona. Añoro mis raíces y cuando vuelvo pueden encontrarme paseando solitario a primera hora de la mañana por las calles que tanta cultura han acogido. Salamanca sigue presente en mí.
Siempre he sentido la necesidad de comunicar mis sentimientos, por si lo que a mí me parece interesante a alguien le pareciera útil.
Joaquín Hernández
Salamanca/Barcelona