sábado, 28 de julio de 2012

LA CASA DE LAS PIEDRAS DE ALUMBRE


El rascar de la navaja y su característico ras...ras  devolvían la vida cada mañana a aquel viejo  indomable y terco, el espejo desesquinado y comido de viruela trataba de recomponer una cara partida en tantos pedazos como el cristal padecía pero que se movían al unísono cuando la navaja negra y gastada se deslizaba por aquella cara surcada de arrugas con  tajos profundos como simas o los angostos desfiladeros que encallejonaban su apéndice nasal, la piedra de alumbre sellaba algún que otro desaguisado y casi se diría que el propio interesado  los disfrutaba experimentando con el  escozor el estar vivo.


El portalón de la casa que siempre estuvo franca para todo el mundo pasaba ahora las noches atrancado con falleras y  goznes renovados,  su  marco preferido durante años para saludar al nuevo día se había visto alterado por las ruidosas maquinas de las obras vecinas de las que incluso alguna esquinera de su casa había recibido más de un picotazo llegando a poner en peligro el alfeizar con el escudo del que tan orgulloso se sentía.

El pueblo había desaparecido, los mas al olor del dinero otros  habían vendido sus propiedades a precio de saldo acuciados por los bancos y el resto habían sucumbido bajo  la prepotencia y los métodos de la gran multinacional que manejaba los hilos de todo tan diestramente que había conseguido anular el derecho a decidir de los vecinos cambiando las reglas del juego a su voluntad.

Los caciques ante la competencia de otras demarcaciones habían dispuestos leyes y decretos especiales para facilitarles el asentamiento vendiendo en el lote las costumbres,  tradiciones y banderas  tan arduamente defendidas desde aquella casa ahora repleta de anaqueles donde se almacenaban fotos, recuerdos, estandartes y recortes de prensa  donde se ponía de manifiesto la profanación de  promesas y juramentos por parte de los políticos de turno.

 Aquella mañana una gran pancarta ponía fondo a su horizonte la multinacional del juego exhibía sus triunfos poniendo cara y ojos a tanto despropósito  la vista pareció enturbiársele y  un rápido desvanecimiento lo obligó a refugiarse en el banzo de la entrada donde su cuerpo esperó la noche mientras su espíritu indomable siempre trataba por todos los medios de arrastrarlo hacia el interior balbuceando palabras inconexas que hablaban de traiciones y egoísmos.

La casa de las piedras de alumbre sigue en pié pero ahora como Toteen y reclamo turístico; la tradición dice que perteneció al último aborigen de una región que se llamó España cuyos habitantes guiados  por las leyes de un barbado D. Quijote sucumbió en uno de sus desvaríos vendiendo su alma al diablo y pagando con trozos de aquella ínsula llamada España  a los usureros que se coaligaron contra ella hasta hundirla en la miseria, dice también la historia que el resto de los vecinos que se resistieron fueron vendidos y obligados por el hambre y la miseria aceptaron ser deportados a otros países donde trabajarían a cambio de cama y comida.

LA  PIEDRA DE ALUMBRE QUEDÓ PROHIBIDA POR SER ALUCINOGENA  Y  GENERAR  ADICCIÓN

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Este soy yo

Hace ya muchos años que las circunstancias me hicieron dejar Salamanca por motivos profesionales, instalándome en Barcelona. Añoro mis raíces y cuando vuelvo pueden encontrarme paseando solitario a primera hora de la mañana por las calles que tanta cultura han acogido. Salamanca sigue presente en mí.
Siempre he sentido la necesidad de comunicar mis sentimientos, por si lo que a mí me parece interesante a alguien le pareciera útil.
Joaquín Hernández
Salamanca/Barcelona