El viejo cascarrabias no quería
perro pero aquella mierda de chucho blanco y enclenque que apenas sacaba la
cabeza del calcetín en que estaba metido era todo menos un animal de cuatro
patas, llorón, meón y soplagaitas eran los calificativos menos despectivos con
los que el viejo denominaba a aquel engendro o proyecto de fiera domesticada.
El animalucho lamedor y
bullanguero desde su perspectiva a ras de suelo entendió pronto que las
zapatillas de felpa correspondían al energúmeno que lo despreciaba y que cuando
estas se movían era que el pié estaba dentro y estándolo el pasillo se convertiría
en paso obligado para llegar al sillón del cuarto de estar.
Como en las mejores guerrillas
aquel bolillo de pelo blanco disponía su emboscada y en audaz estrategia se
lanzaba a cuerpo descubierto sobre las felpudas y cuadriculadas cabalgaduras al
tiempo que entablaba singular combate con los defensores de su interior que una
vez tras otra arrastraban el lastre de su cuerpo a lo largo del pasillo y lo
que comenzó siendo un juego terminó por ser costumbre con la única variante que
el asaltado alguna vez se anticipaba a la emboscada y urdiendo alguna
estrategia desconcertaba al asaltante.
Este y otros momentos hicieron
que aquel viejo ya no supiera andar por la casa sin que de los bajos de sus
pantalones no surgiera siempre un ronroneo juguetón que lo incitara a la
batalla ni podía ocultar su orgullo cuando entre otras cosas comentaba que cuando le fue necesario guardar
cama el astuto chucho se imponía así mismo una guardia permanente en su
habitación rechazando todo intento de ser relevado.
Con estas y otras marrullerías
viejo y perro se hicieron inseparables los días de vacaciones se acomodaban
para no dejarlo solo y en momentos muy concretos alguien llegó a asegurar que
aquel animalito se negaba a comer si no estaba cerca su ahora benefactor. La
historia no llegó a determinar si al final no era el perro quien mandaba sobre
el amo, lo cierto es que la fábula duró muchos años y hay quien asegura que
aquel viejo arrogante e insensible con los animales derramó más de una lágrima
mientras susurraba frases de despedida.
Nadie le explicó que mal había
hecho para que lo abandonaran, siguiendo su instinto lo esperó durante días;
aguantó fríos, calores y tormentas y dicen que lo vieron con la mente ya
perdida rebuscando entre las basuras mientras gritaba llamando a su compañero
de juegos.
EN VACACIONES HAY REBAJAS DE DOS POR UNO
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