He de decir que binar la tierra
no fue tarea para melindrosos pero en mi
caso póngome en ello con la mejor disponibilidad siempre que puedo pues si en
letras ando cojo y en números en despojo lo compenso con la curiosidad y el
deseo de conocer.
En estos días de agosto nos
acercamos hasta la bien llamada Medina del Campo distante unas cuantas leguas
de nuestro lugar de asentamiento pero he te aquí que la curiosidad y el buen
oficio pudo con nosotros cuando aguacileando entre pasquines vinimos a ver que
en el propio lugar se celebraban justas, torneos y actos varios para rememorar la devastación
de la ciudad por apoyar a los comuneros contra el Rey bastardo y allí nos
encaminamos aitos de emoción y no pocas ganas de formar parte del
acontecimiento.
Llegados al lugar no fue necesario andar en
indagaciones ya que banderas, pendones y gallardetes envolvían la ciudad integrando en
su casco urbano a los muchos puestos y tenderetes que cumplían con la sagrada
misión de abastecer al pueblo de viandas,
adminículos de hogar y aperos de labranza sin desdeñar en el envite ni
el trueque ni la letra de cambio tan arraigadas en la Medina del renacimiento, celemines,
panillas y fanegas tomaron su lugar en el
mercado y algún portador de tarja
alardeo de crédito mientras familias
enteras lucían calzas, bombachas,
jubones, espeteras y cubre cabezas sin
que mediara en ello condición de edad ni estamento dejándose ver también alguna
ropa talar con los símbolos propios de la dignidad representada incluido
báculo, tiara o bonete, el pueblo entero
estaba en la calle o para mejor decir la calle era del pueblo. Aguaciles, bufones, zancudos y traga fuegos arrastraban a la chiquillería
mientras cetreros experimentados cumplían su real condición haciendo alarde y destreza
de su buen oficio voleando a sus
halcones y aves de presa por encima de nuestras cabezas sin que en ello hubiera
vacilación de adiestramiento.
Como final de estas jornadas reivindicativas resonó el grito comunero con El
Canto de la Esperanza en la muy simbólica Plaza de Segovia, la emoción se apoderó
de los allí reunidos haciendo de la lagrima el difícil ejercicio de pasar
desapercibida.
Felicitar al buen pueblo de Medina
por su magnífica amplísima y popular conmemoración
es de justicia, no hacerlo sería ingratitud, despreciar la tragedia celebrada
nos pondría en riesgo de volver a repetirla.
CONTRA EL PODER ECONOMICO SIEMPRE
NOS QUEDARÁ NUESTRA PARTICULAR MEDINA DEL CAMPO
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tiene a su disposición este espacio para sus comentarios y opiniones. Sea respetuoso con los demás