sábado, 25 de marzo de 2017

VAMOS A LA FERIA – Apuntes para una autobiografía

Iba el burro sandunguero calle abajo calle arriba, arreando la botija el serón y la cobija, no tenia gran pasión, tampoco tenía ilusión, tan solo las orejeras y el miedo a sufrir candela, mecía más bien el rabo cuando detrás con el jarro la tropa se lo pedía,  y esto vino a suceder al pobre de nuestro burro que arto de tanto curro tres patadas disparó alcanzando al del porrón al del cazo y la cazuela dando con todos en tierra y el tonel descogotó.

Llegan a mis manos las memorias manuscritas del Marqués de las Encinolas en las que describe como allá por los años treinta se montaba la feria de Abril en Sevilla, hay rasgos quijotescos o como poco hilarantes y es que nuestro marqués para no ser menos que sus competidores decidió trasladar a su caseta el  gran piano de cola que presidia el salón de su palacio, la odisea no es pequeña oigamos al marqués:

Mandé venir arrieros que tan lerdos eran que no fueron motivo de mi confianza; al final Cimborrio el gitano hizo suya la encomienda, por cuatro reales y cinco arrobas de vino se avino a lo que se convino y a ello puso camino trayendo de su corrala una completa reala, doce tizones re- negros pintureros como nácar, dos gitanas abundantes, churumbeles  de gran casta y el Tío manolo “El Pelao” con su burrito y su barca.

La levantá del piano ¡Senda! nada fácil fue volverlo, tampoco la revolá pa girar sin mal romperlo y así ganaron la calle, así seguidos de un perro con mas  costillas que carne y una liana por cuello. El piano en procesión, los gitanos costaleros y yo llevando el pendón dijo el cimborrio a su dueño, la calle va y se empina, la cuesta cuesta y patina, parada de procesión que el calvario se aproxima, no perdamos ocasión penitencia y gasolina. El burro los vio llegar en una marcha cansina más puestos a descansar y a comerse la cecina. La media arroba devino bien pudieron degustar, el tinto tiñó las fauces, las pecheras y el faldón y al tornar la procesión el santo casi voló pues fueron los costaleros tan bruscos en el tirón que de milagro las teclas no perdieran más de un Do.

Arriba va la encomienda y al pasarla un guasón le puso mote aquel santo al  Santo llamó porrón, los cofrades que lo oyeron no perdieron ocasión,  téngase el paso al instante que hay saeta o hay sermón y al pellejo del buen vino otro tiento se le dio. Así catorce estaciones, catorce que conté yo, las caídas no las cuento, debieron ser mas de dos y llegados a la feria terminó la procesión. El piano cojitranco, los macillos salteados, la tapa colgada al hombro y las cuerdas de excursión, pararon sé los cofrades alto aquí la procesión, entronizaron al santo y el santo allí quedó, espatarrao y maltrecho mas torcido que el gachó que salió como desecho de lo que fue bastidor, a mi faltaron pedales pa darles más que aun serón  pero hablado de gitanos mejor……. benditos de Dios.

Y fue feria pa contar y fue feria pa reír, yo puse el piano en medio y entre buen fino y fritura bautice la criatura con un porrón sefardí, pues no en vano los gitanos pusieron en él la mano y por ellos lo perdí. Mas di  por buena la acción pues con ello logré fama de rumboso y derrochón y entre la casta gitana me tuvieran por patrón, mas no les diera ocasión de tornar a su capilla el santo de la coplilla, que terminada la feria no quedara ni una astilla pues la fama del santón se corrió por to la feria y la feria lo adoptó arrancando ya de paso reliquias de aquel patrón, corrió mucha manzanilla y aun se dice en Sevilla que el marqués de la coplilla nunca pierde condición ni tampoco la ocasión de presumir en cuadrilla.
-Del capítulo: tertulias en la rebotica   
                                                                              

PIANO DE COLA: CAMARERO  DE GRAN  GALA CON PAJARITA DE NACAR

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Este soy yo

Hace ya muchos años que las circunstancias me hicieron dejar Salamanca por motivos profesionales, instalándome en Barcelona. Añoro mis raíces y cuando vuelvo pueden encontrarme paseando solitario a primera hora de la mañana por las calles que tanta cultura han acogido. Salamanca sigue presente en mí.
Siempre he sentido la necesidad de comunicar mis sentimientos, por si lo que a mí me parece interesante a alguien le pareciera útil.
Joaquín Hernández
Salamanca/Barcelona