Era de fieltro muy gris tirando a oscuro, peludo, agradable
al tacto y cinta de seda, Eladio se
había mirado en el espejo del armario el único en el que podía verse de cuerpo
entero, se vio bien, se gustó y con aires dieciochescos marchó a jugar la
partida, los amigos celebraron su aparición con grandes clamores alabando el
buen gusto en la elección de aquel sombrero que alargaba su imagen y favorecía sus andares.
La partida transcurrió con suerte alternativa y no pocos
envites hacia aquel sombrero que colgado en el perchero exhibía en su interior la procedencia de la sombrerería
mas refutada de salamanca: Angüeso pasaje de la plaza mayor, consumida la tarde
cada tertuliano marchó a su casa despidiendo con aspavientos la buena condición
de aquel chapó.
Nuestro amigo Eladio siguió su rutina, al día siguiente se
pasó por el café-cantina a echar la brisca, abrigo al perchero, sombrero al
mismo brazo y vengan cartas que estamos en racha, al final de la tarde fue el
clamor, el volumen de su cabeza de Eladio no parecía normal, a todo el mundo le
llamó la atención un aumento desproporcionado, Eladio en principio no pareció
inmutarse pero tanta era la preocupación
de los contertulios que decidió enderezar la marchar camino de casa, alguien le
ayuda con el abrigo, otros se ofrecen para acompañarlo, los mas hacen corro
tratando de protegerlo; nervioso coge el sombrero para marchar y se da cuenta
de su deformidad, no consigue encajarlo en la cabeza, esta vez sí; esta vez está
asustado no entiende nada, no acierta a saber que le puede haber pasado en tan
corto espacio de tiempo, la cosa parece grave y cómo medico no sabe a que
achacarlo, el sombrero no le cabe en la cabeza el asunto puede ser
tremendamente delicado, alguien le insinúa que puede ser del fieltro de aquella
especie de canotier que le produce alergia, balbucea que quiere ir urgentemente
a Salamanca para ponerse en manos de un especialista, las caras de asombro no
hacen sino acentuar cada vez más su autentico pavor, trata de conseguir llamar
a Salamanca para concertar su ingreso en el hospital de la Santísima Trinidad, hay
demora, no puede esperar, quiere alquilar un coche pero no hay ninguno libre,
al fin con el sombrero debajo del brazo atraviesa las calles que lo separan de
su casa decidido a encamarse y esperar el paso del tren que viene de Portugal y
puede llevarlo hasta Salamanca.
La carcajada fue general, un vez mas Eladio había sido víctima
de todas las bromas, su desmañada figura y su flema eran bien conocidas entre
sus amigos, la tienda de Angüeso había sido la clave, conseguir el mismo
sombrero pero dos tallas más pequeño,
había sido tan fácil como ponerse
de acuerdo con el revisor que venía en el tren desde Salamanca para que se
pasara por allí y consiguiera la codiciada prenda, dar el cambiazo en el
perchero solo había sido coser y cantar y todos de acuerdo habían hecho de coro
y figurantes para dar realidad a la escena. Dicen que Eladio siempre socarrón
devolvió la broma en la primera ocasión grapando
a la mesa el sombrero de sus amigos y nadie se explicó como otro dÍa pudieron
ir a parar dos huevos fritos dentro del tricornio de un mando de la guardia
civil, pero esto será tema para otro relato. Ocurría en Fuentes de Oñoro
frontera con Portugal cuando los vistas de la aduana y otros funcionarios
llenaban el tiempo entre el paso de los trenes,
este fin de semana Fuentes de Oñoro volverá a tener control de aduana.
SI EL TREN NO LLEGA METE
MANO A LA FARDELA
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