Los naturales del país que vinieron a Cataluña podíamos
dividirlos en dos categorías, emigrantes de primera y emigrantes de segunda.
Los emigrantes de primera fueron y son los que vinieron con el uniforme del
estado o titulo debajo del brazo, estos fueron más bien embajadores o
impulsores de un concepto de vida que imponer, para ellos el venir a Cataluña
fue una especie de destierro solo compensado con una prima económica que no
tenían el resto de España (salvo el país vasco) este tipo de emigración
exportada venia con un anhelo regresar a su lugar de origen en cuanto hubiera
un hueco en el escalafón, mientras tanto
aquí seguían gozando de economato, grado de autoridad y espíritu de
imposición, en general no caló en ellos la necesidad de integración ni tampoco
la necesitaron y subidos en el pulpito de lo incuestionable trataron de
codificar el comportamiento de sus paisanos, como ayatolas irredentos agrupados
en torno al lugar de sus actividades.
Luego estaban los uniformados con titulo de currantes aquellos
que salieron por necesidad de trabajo o mejor dicho sin trabajo esperando
encontrarlo en estas latitudes, estos lucharon codo con codo con los naturales
del lugar y sus iguales venidos de otras partes de España , en estos el marchamo
de “Charnego” se les impuso a sangre y fuego como estigma en un caso y como
baldón en otro pero siempre como definición del venido de fuera por necesidad, en
este apartado tenemos que incluir a nuestras mujeres muchas de las cuales engrosaron
las nominas de fabricas, oficinas y
talleres y sobre todo encontraron un reconocimiento activo que no tenían en
nuestra comunidad. De este grupo ha salido la nueva Cataluña esa que hoy se
debate entre el ser y no ser, el querer sin olvidar o el renovar sin dejar de
ser fiel, gente joven entonces que
aportó después hijos a esta Cataluña obrera y madrugadora que renovó con
ellos la sangre vivificadora de la industrialización. Esos hijos son ahora el
presente y son los que tiran de esta Cataluña buscando para ella el reconocimiento o definición como estado, circunstancia generacional que no ha sido valorada por nuestro
gobierno central, cuyo discurso está siempre dirigido a los catalanes que según
su entender deben tener ocho apellidos definitorios de su ascendencia, sin caer en la cuenta que
la gran masa social independentista o al menos inconformista está mezclada
con los Rodríguez, Fernández, Estévez, Marcos,
Sánchez etc. siendo estos los grandes soportes
de su fortaleza.
El talón de Aquiles de este movimiento por la independencia o
la emancipación no está ya en la historia, ni en la tradición, ni en la
persecución si la hubiera de esta parte de España, el verdadero manantial de
fortaleza es el haber construido juntos, el haber compartido los mismos sudores
y haberse arropado en la misma bandera a falta de otra más cercana, con este
componente la mecha de la
insubordinación tiene fácil prendimiento, baste arrimar la llama de la
incomprensión para que el resultado se muestre imprevisible.
LAS RAICES ESTÁN BAJO EL ARBOL QUE TE DA LA
SOMBRA
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