En estos días anda uno
desasosegado asistiendo a los finales de cursos en los que participa durante el
año, es curioso notar como disfruta la gente
de nuestra generación en estos encuentros y la ilusión con que nos entregamos a
nuestras aficiones, cursos donde
oficinistas, maestros, abogados, amas de casa, o simples aprendices de todo
formamos una babel heterogénea pero tan entregada a nuestros hobby que bien se
diría que fuimos profesionales frustrados en otras disciplinas hasta descubrirnos
como auténticos artesanos de nuestra afición.
No hay entrega de premios, no hay medallas ni tampoco
diplomas, nuestro final de curso es exponer nuestros trabajos y enseñar a los
demás lo que hemos hecho durante el curso, hay obras o trabajos destacados que
no solo llenan de orgullo al autor material del trabajo si no que se convierten
en el santo y seña del resto de compañeros de clase o taller.
La procedencia de todos nosotros podría ilustrar el mapa de
España y buena parte del extranjero pero a la hora de trabajar todos somos
iguales, el mismo espíritu, las mismas ganas y también los mismos problemas,
medir el éxito o el fracaso no lo es tanto por el trabajo realizado, el éxito
está en compartir experiencias, comunicar a los demás tus fracasos y sobre todo
ser comprendido y tener a tu alrededor gente de tu igual que escucha, que
comprende y se identifica con tu forma de pensar. Hablar de familia, hijos y
nietos es la antesala a temas más profundos, luego están los tiempos de niñez y
juventud y motivo de nuestro mejor entendimiento y fácil identificación, una niñez
austera que no desgraciada, un porvenir incierto que no nos hizo más débiles,
la ilusión por alcanzar metas sin más ayuda que tu intuición, la ley del
esfuerzo que no la del cansancio, conseguir ser sin haber sido y todo eso en un
escenario como Cataluña que sin haber
sido hostil fue nos resultó dura pero nos engulló y nos hizo suyos sin haber
dejado de ser nosotros.
Tener nuestros años obliga a no ponerte metas pero sin olvidar
que no sabemos cuántas cintas tenemos aún por cruzar, que nuestro futuro radica en nuestras fuerzas es
un hecho pero viendo la ilusión de mis
compañeros queda claro que estamos empezando a vivir, que tenemos aún mucho camino que recorrer y
sobre todo que nuestro proceso hasta aquí solo ha sido un entrenamiento para
profesionalizarnos en una carrera que alguien llama vida y para la cual son
necesarios muchos años de prácticas.
SER MAYOR SOLO ES SER EL NIÑO QUE
FABRICA SUS JUGUETES
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