Cuentan
que el viejo árbol
que
savia llorara un día
murió
de melancolía
al
fijarse en un tocón.
Primero
fue su lindero
el
que fue su compañero
el
que el hacha destrozó.
Después
su vieja vecina
aquella
rugosa encina
que
un mal viento cercenó.
El
gran pino de resina
el
olmo, de copa fina
y
el sauce que se secó.
No
quiso seguir viviendo
cuando
vio que aquel tocón
lo
arrancaron hecho astillas
a
remolque de un tractor.
Pidió
morir por derecho
en
pie cual manda el honor
que
ni dobla ni suplica
Y
espera su ejecución.
J. Hernández
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tiene a su disposición este espacio para sus comentarios y opiniones. Sea respetuoso con los demás