sábado, 2 de septiembre de 2017

MI AMIGO EL PELUQUERO


Templa la navaja para perfeccionar la zona de las patillas, un cierto escalofrío  me hace estar en guardia mientras miro de reojo  a los ocupantes de las butacas que a mi derecha e izquierda pasan por el mismo trance, una hucha petitoria situada sobre el aparador donde duermen los peines asegura que lo recaudado será destinado a la construcción de una nueva mezquita, trato de pasar el trance y casi cierro los ojos para no enterarme que la cuchilla está rozando mi yugular, rezo por dentro, el roce rítmico contra la piel me señala a qué altura está actuando,  sufro lo indecible cuando descansa de su tarea y no respiro hasta que sus manos liberan mi cuello  de la cinta que impide que el pelo cortado se introduzca entre la camisa que llevo puesta, tomo aire cuando al fin y sin novedad me incorporo al mundo de los vivos después de haber pasado por el difícil trance de tener como barbero a un musulmán.
Es mi peluquero desde hace muchos años, he conocido a su familia ya que viven en el mismo edificio donde tienen la peluquería, llegó a España siendo un niño y por sus tijeras y navajas pasan cada mes cientos de vecinos. Hoy le he preguntado por los atentados de Cataluña, no me ha contestado y mientras una lagrima furtiva resbala por  su cara, solo acierta a decirme  que sus hijos tienen miedo de salir a la calle y el mismo ha perdido mucha de su clientela, todo por unos niñatos descerebrados a los que un loco imán inoculó su demencia.
Me he despedido de él con cierta pena y ahora me asaltan dudan si pasarme al bando de los clientes desertores o seguir exponiendo mi cuello al filo de una navaja cuya mano puede estar guiada algún día por el ayatolá de su mezquita,  por otra parte si lo hago me habré sometido a un  miedo que no queremos sentir, abandono la peluquería gritando para mis adentros: no tinc por.
          
LA RAMBLA SUFRE,  LA RAMBLA LLORA

SANGRE DE SANGRES, ¡MALDITA HORA!

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Este soy yo

Hace ya muchos años que las circunstancias me hicieron dejar Salamanca por motivos profesionales, instalándome en Barcelona. Añoro mis raíces y cuando vuelvo pueden encontrarme paseando solitario a primera hora de la mañana por las calles que tanta cultura han acogido. Salamanca sigue presente en mí.
Siempre he sentido la necesidad de comunicar mis sentimientos, por si lo que a mí me parece interesante a alguien le pareciera útil.
Joaquín Hernández
Salamanca/Barcelona