Nuestra hoja de ruta no tiene nada que ver con urnas ni con
partidos políticos, nuestra rondalla ha
hecho su recorrido como cada año visitando residencias y centros
sociales abriendo puertas con el milagro de sus villancicos, caras sonrientes,
lagrimillas furtivas e ilusión son siempre el mejor pago a nuestras visitas
cuando solo panderetas, castañuelas y
guitarras compiten con turrones, polvorones
y peladillas tampoco es extraño que
más de un paisano agradecido y entusiasmado se incorpore desde su
aislamiento para entonar con nosotros los estribillos de la tierra haciéndonos llegar sus recuerdos de otros tiempos y otras
situaciones.
Y es que los villancicos tienen siempre un punto de nostalgia
que ayuda y fomenta el acercamiento sin distinción de razas, culturas o ideologías, cuando ayer
mismo acudimos a escuchar a nuestros amigos de la Zarzuela y después de su
emocionante programa iniciaron un
repertorio de villancicos tradicionales en el patio de butacas no había ideologías, razas,
matices ni religiones, éramos solo un grupo de amigos que querían disfrutar con
lo que nos gusta.
Cuando después en la
calle, los carteles, las esteladas y las pancartas te dicen que tienes que
tomar partido por una u otra opción algo
te rompe por dentro, algo que grita que tenemos que votar contra natura.
EL
VILLANCICO ES EL HIMNO A LA ALEGRIA DE LOS POBRES
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