lunes, 19 de febrero de 2018

ESCALERA DE SERVICIO


Recuerdo los carteles estampillados en las paredes de Salamanca donde se prohibía la mendicidad callejera, el anagrama de Auxilio Social, los amputados heridos en la guerra civil desplazándose con toscas muletas artesanas,  prótesis manufacturadas que aguantaban cuerpos desmembrados o  sillas con ruedas para salir a la calle tan precarias como las alas de Ícaro a las que no podía dar el sol.

Hoy sigue habiendo mendicidad, la más latente está en la calle a la vista de todos, ocupa portales envuelta en mantas y rodeada de su ajuar de bolsas y cartones por todo patrimonio, es la casta más baja de la sociedad la que llamarían intocables en otras latitudes, ro hay una segunda casta oculta bajo techo que preserva su intimidad pero los aísla y sumerge en un submundo  cada vez solitario, no es una mendicidad limosnera ni pedigüeña porque la dignidad se lo impide, es la precariedad que genera una cada vez más exigua  pensión esquilmada además por el aumento considerable de los precios en alimentación y suministros básicos, cada día son más los hogares  donde personas mayores  lamen  su miseria a la luz del último rayo de sol,  una pensión de supervivencia no da para más, la soledad en la que viven y el aislamiento voluntario pero obligado empieza a conocerse como la epidemia del siglo XXI, de soledad también se muere, la edad  es un agravante y la precariedad el desencadenante. Unos y otros me recuerdan los tiempos con que inicio de mi escrito, el futuro halagüeño y prometedor de la democracia solo lo fue para unos pocos a los demás se nos colocó desde siempre el cartelito de prohibido pedir, pero nadie nos impuso el de prohibido gritar.

El próximo día 22 está anunciada en Barcelona una manifestación reclamando la actualización de nuestras pensiones, el estado se empeña en hundir a los mayores en las castas inferiores de la sociedad, la banalidad  con que anuncia el “aumento” de nuestras pensiones nos subleva y ya por necesidad ya por amor propio el próximo día 22 hemos de salir a la calle para gritarles que están ahí  por nosotros, que  de nada valen grandilocuencias ni eufemismos de crecimiento económico cuando al mismo tiempo despilfarran y saquean el fondo de nuestras pensiones, que nuestra pensión no es una limosna, que su hoy fue nuestro ayer y su mañana nuestro presente. No esperamos que estén entre nosotros los insignes próceres de la patria porque para ellos el agua de la precariedad no les pasa de los tobillos, la llamada  llegará tan solo a los descastados que entramos en democracia por la puerta de servicio.

   RECUERDA QUE TU VOTO ES TAMBIEN LA LLAVE DE SU DESPENSA

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Este soy yo

Hace ya muchos años que las circunstancias me hicieron dejar Salamanca por motivos profesionales, instalándome en Barcelona. Añoro mis raíces y cuando vuelvo pueden encontrarme paseando solitario a primera hora de la mañana por las calles que tanta cultura han acogido. Salamanca sigue presente en mí.
Siempre he sentido la necesidad de comunicar mis sentimientos, por si lo que a mí me parece interesante a alguien le pareciera útil.
Joaquín Hernández
Salamanca/Barcelona