viernes, 30 de marzo de 2018

LA ABUELA - TIEMPO DE CUARESMA


 Desgrana la abuela cuentas de olivo
trajina entre manos al tacto perdido
murmura plegarias, susurra sonidos,
magina recuerdos del tiempo vivido.

No duda la abuela que son dolorosos
cadencia y murmullo iguálalo  todo.
Pelerina de lana, mandil repulgado,
y peinetas de moño marrón nacarado.

Ya entona plegarias, termina el rosario
la silla de anea recruje al notarlo,
y besando el Cristo de su escapulario
se yergue, se estira y…lo aprieta en la mano.

Se acerca a la lumbre al pie del escaño
al tacto atizona, y cual buen cirujano
arráncale esquirlas de oro quemando,
asienta cenizas, calcula el tamaño.

Ahorma la lumbre,  trocea un rescaño
lo mece en la leche,  lo saca pringando
y en huevo batido parece acunarlo
tras aquellos anteojos de cristal biselado.

Mantiene la abuela el cuerpo curvado
la panilla de aceite, sartén remachado
rebuscando entre el pan rastrojo de ogaño
para hacerle puntillas de filo dorado.

Las ensarta con maña; con sumo cuidado
son joyas benditas, bañadas de estaño
que acuesta en su loza de borde saltado,
les llueve canela las deja empapando.

Llegada  la hora cercando aquel plato
cuatro mequetrefes la están esperando.
Codos en la mesa, las piernas colgando
son los churumbeles de cuerpo espigado.

Aquellos que crecen, cual tallos  de nardo
los que en la eras llegado el verano
velan las cosechas, cuidan del ganado
son los gurriatillos  huérfanos de  parto.
 
Venid pequeñines tráiganme su plato,
comer despacito, sin prisa, saboreando 
no dejen miguitas que el pan es sagrado
ni esas raspillas no ven que es pecado.

Y sorben la leche, maman del cacharro
les sabe a canela el cuenco el barro.
La abuela los mira ¡Chotillos sin amo!
y llora por dentro, no puede evitarlo.

Reparte matando el hambre a los cuatro
No queda más leche, el pan se ha acabado
Rebusca la abuela relame el cacharro
Sus cuatro angelitos no han de notarlo.
                                                  J. Hernández


1 comentario:

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Este soy yo

Hace ya muchos años que las circunstancias me hicieron dejar Salamanca por motivos profesionales, instalándome en Barcelona. Añoro mis raíces y cuando vuelvo pueden encontrarme paseando solitario a primera hora de la mañana por las calles que tanta cultura han acogido. Salamanca sigue presente en mí.
Siempre he sentido la necesidad de comunicar mis sentimientos, por si lo que a mí me parece interesante a alguien le pareciera útil.
Joaquín Hernández
Salamanca/Barcelona