miércoles, 18 de julio de 2018

EMETERIA, SU BOLSO Y YO


Un gesto de lastima debió dibujarse en mi cara cuando me acerqué para asegurarme que aquella mujer con medio cuerpo semi-oculto entre las bolsas de basura salía indemne del trance y mientras preparaba algunas palabras de consuelo para tranquilizarla quise reconocer en la voz que salía del contenedor a mi vecina Emeteria, conseguí sacarla de aquel atolladero y con ayuda de otros viandantes la dejamos recostada en un portal vecino, su cara demudada, su blanca tez y su boca trastocada me decían que algo serio le estaba pasando, no era normal verla trajinando de aquel modo entre la basura, su estatus no corresponde al de una persona necesitada, para mis adentros mientras la tranquilizaba pensé que a veces las apariencias engañan, le ayudamos a recomponerse, la tranquilizamos  y una vez calmada nos explicó que al tirar la basura sin darse cuenta había arrojado también el monedero con tarjetas de crédito incluidas.
Visto lo visto me ofrecí a recuperar el bolsito que tan mal rato la estaba haciendo pasar, al principio removiendo con la barra de una cortina abandonada en el contenedor de al lado, después y una vez que me pareció localizar el monedero metiendo medio cuerpo dentro del nauseabundo reciclador orgánico, al final me vi yo también casi tragado por entero en aquella especie de dragón come- niños sin poder evitarlo, removí cielo y tierra dentro del aquel asqueroso habitáculo, rescaté zapatos, botellas, ropas y todo tipo de desechos hasta que ya desesperado me di por vencido saltando a la acera con el fracaso en el rostro y sin saber cómo decirle a Emeteria que había fracasado en el intento de recuperar su monedero.
Pero Emeteria no estaba, la había recogido uno de sus hijos, luego supe que Emeteria cuando se escapa de casa busca dinero en  los contenedores.

  HACE AÑOS LA MENTE DE EMETERIA PERDIÓ EL MAPA DE SUS TESOROS

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Este soy yo

Hace ya muchos años que las circunstancias me hicieron dejar Salamanca por motivos profesionales, instalándome en Barcelona. Añoro mis raíces y cuando vuelvo pueden encontrarme paseando solitario a primera hora de la mañana por las calles que tanta cultura han acogido. Salamanca sigue presente en mí.
Siempre he sentido la necesidad de comunicar mis sentimientos, por si lo que a mí me parece interesante a alguien le pareciera útil.
Joaquín Hernández
Salamanca/Barcelona