lunes, 12 de octubre de 2020

SIN APRISCO QUE COBIJE


 Aquí estoy otra vez con el betijo puesto y las orejas torcidas, este virus mata sonrisas  y también ilusiones , en la calle los adioses sustituyen a los saludos, las tahonas, figones y  abrevaderos solo abren a media persiana,  en las tiendas de ajuares y abalorios los maniquíes sin cabeza hacen tertulia y mis amigos y compañeros de actividades están desperdigados ramoneando por las aceras en busca de imposibles apriscos, los más osados juegan a la ruleta con el virus con la intención de que esta maldita pandemia no apague también el calor de la amistad y aunque todos tratamos de activar la imaginación el paso del tiempo agota las energías y enfría los ánimos .

En el ambulatorio ya no hay medico que te escuche, todo es telemático, las consultas perdieron su vocación de confesionario, en los zaguanes el miedo al virus te deja solo frente al pistolero del termómetro que te salva la vida dejándote repostar el gel del Pilatos purificador, medimos  los pasos con nuestro predecesor como soldaditos en prácticas, la familia te llama pero no te visita, los vecinos te escuchan pero no te ven, a las aceras les han nacido colas del racionamiento,  las mascarillas de diseño se imponen a las de falda tableada, los dentistas ya no saben a qué santo encomendarse y ronroneando una vieja canción que habla de hacer un rosario con los dientes de marfil.

 Cerca de mi casa me he encontrado con Maria compañera del grupo de pintura, al verme la expresión ha sido de sorpresa y alegría, hemos cambiado el abrazo espontaneo por un cloqueo de codos inexcusablemente la conversación a derivado en nuestra afición común, está desolada, duda de que a sus noventa y tres años pueda reanudar  las clases después de esta maldita pandemia. Para ella nuestro grupo era la abertura a un mundo que su radical sordera le tiene vetado, nuestra compañía la hacía sentirse integrada en un plano de igualdad y nuestras atenciones siempre especiales para con ella debido a su edad le hacían sentirse protagonista cuando sus tizas alumbraban un nuevo motivo a su inagotable imaginación, al despedirme lo hago con una pena infinita este virus también produce muertes colaterales.  

 

        SI EL APRISCO AGUANTA NI FRIO NI CALOR NI MANTA                                                                                                     

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Este soy yo

Hace ya muchos años que las circunstancias me hicieron dejar Salamanca por motivos profesionales, instalándome en Barcelona. Añoro mis raíces y cuando vuelvo pueden encontrarme paseando solitario a primera hora de la mañana por las calles que tanta cultura han acogido. Salamanca sigue presente en mí.
Siempre he sentido la necesidad de comunicar mis sentimientos, por si lo que a mí me parece interesante a alguien le pareciera útil.
Joaquín Hernández
Salamanca/Barcelona