Cuando recién llegado a Barcelona alguien me dijo que en la Barceloneta había un bar llamado Salamanca, me pareció entrever un oasis en medio de la tundra. Llegado a esta ciudad sin amigos y una forma de ser cuando menos extraña para mí; algo me dijo que aquello podía ser un ancla donde seguir amarrado a mi tierra. Un establecimiento sencillo con las pareces tapizadas de fotos y motivos salmantinos desprendían calor de hogar, una consumición rutinaria para disimular el verdadero motivo de mi visita y comentarios un tanto tópicos sobre la capital charra pusieron de manifiesto mi condición de recién llegado.
Después supe que la persona que me había atendido se llamaba Modesto hermano de Silvestre al que más adelante conocí al igual que a su esposa Loren con la que compartimos alguna charla sobre nuestros orígenes y singladuras. Pasado el tiempo y ya cuando el entonces amigo Silvestre expandió su negocio y se le conocía como empresario de éxito volvíamos a reencontrarnos no ya para intercambiar experiencias si no para celebrar su trayectoria y eventos varios de los que él era protagonista.
De Silvestre y su vida poco puede añadirse que no sea ya conocido pero el salmantinismo autentico se hizo más presente cuando en medio del debate sobre la fragmentación del archivo de la guerra civil no dudó en salir en los medios haciendo notar su desacuerdo, tomar esta postura cuando en su emblema figuraba siempre el nombre de su Salamanca era tanto como poner en riesgo su propio negocio e incluso su seguridad personal, aunque luego (incongruencias del destino) hubiera de sufrir un cambio de nomenclatura de la calle donde estaba ubicado por la de Pepe Rubianes del que tan desaforadas declaraciones tuvimos que aguantar por el solo hecho de ser los salamantinos y depositarios del archivo de nuestra guerra civil.
Amigo Silvestre para mí nunca fuiste el empresario de éxito, ni siquiera el mentor de tantos negocios como tú mismo aseveras en el libro de tu vida, para mi seguirás siendo protagonista de aquella postal de la que formabas parte hace ya más de sesenta años teniendo la palabra Salamanca como cabecera y con el que pude compartir mis dudas e incertidumbre recién llegado a Cataluña.
GRACIAS HERMANO (según me defines en tus dedicatorias)
