lunes, 14 de julio de 2025

LA CAJA DEL LIMPIA, HISTORIAS DE ADOQUIN


Debido a la nueva tendencia de calzado  la profesión de limpiabotas puede darse por desaparecida, era un gremio arraigado en la Salamanca de los años sesenta donde el hacer que te limpiaran los zapatos públicamente era demostración de poderío económico el ego tenía su cátedra. Cada establecimiento de hostelería disponía de su “limpia oficial “sin que  nadie le disputase el puesto si no quería enfrentarse a un  colectivo cerrado a los intrusos, su indumentaria siempre de negro, la caja cogida por el reposapiés y la tajuela tachonada bajo el brazo eran una especie de santo y seña de la profesionalidad, “el limpia del casino” tenía el uniforme propio de la entidad sin que con ello tuviera derecho a sueldo alguno, tan solo el beneficio de trabajar siempre bajo techo y la particularidad de tener clientes fijos.



En el Plus Ultra saciaban su sed alguno de los más conocidos, sus comentarios competían con los ardides del Lazarillo del Tormes y el doctorado en leyes de arrabal, sus triquiñuelas para ganarse la propina de los mas rumbosos, su manera de atraer a la gente de paso y su lectura de cada personaje con solo ver sus zapatos era todo un tratado de sicología mundana   nunca recogida en tratados universitarios. La limpieza tenía un decálogo no escrito que podía alargarse si el personaje merecía la pena o podía acortarse si la concurrencia era más ostensible, en la caja disponían de anilinas y betunes negros y marrones y solo en casos muy exenciónales alguno disponía del blanco, también había una caja de cera neutra  y un juego de cartones que encajaban en los zapatos evitando manchar los calcetines.


Aquellos amigos que se distribuían por los arcos de la plaza mayor no dudaban en correr a ponerse a los pies del poderoso al que ostensiblemente guardaba pleitesía obviando a los más plebeyos o se disputaban a los primeros “guiris” que aparecían por aquella Salamanca Unamuniana con ganas de descubrir rincones y personajes pintorescos  a los que la tarifa por servicio siempre arbitraria les parecía ridícula y que sumada la verborrea del hombre de negro que tenían a sus pies no dudaban en compensar espléndidamente como una parte más del servicio.



EL LIMPIA Y EL MACARRA

 

No prejuzgues, no sentencies

no me ocultes lo que eres 

que teniéndome a tus pies

se de ti más que tu quieres.

Torcido tienes el gesto

fanfarrón de mil quereres

tienes el genio muy presto

y falto estas de mujeres.

Pisas tabernas del cuento

entre putas y burdeles

pocos cuartos, chupas trago

y pernoctas donde puedes.

En pensión de dos al cuarto

o en un cuarto sin paredes

entre esterillas de esparto

y por almohada pesebres.

No me digas donde ajuaras

ni que perfume prefieres

que de lo uno y lo otro

tú por trueque los adquieres.

 

Elos tugurios de saldo

de día tiendes tus redes

y de noche en mancebía

con desechos de la hombría

y carne de mercaderes.

 

Me lo dicen tus zapatos

gastados como los tienes

los tacones carcomidos

la suela dando vaivenes

los cordones desiguales

y jorrados los empeines

y tan mal olor despides

que mas vale que me olvides

y que lustre tus zapatos

aquel que como a los gatos

alumbra la luna a ratos

maullando por cuchitriles.

               J. Hernández


 

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Este soy yo

Hace ya muchos años que las circunstancias me hicieron dejar Salamanca por motivos profesionales, instalándome en Barcelona. Añoro mis raíces y cuando vuelvo pueden encontrarme paseando solitario a primera hora de la mañana por las calles que tanta cultura han acogido. Salamanca sigue presente en mí.
Siempre he sentido la necesidad de comunicar mis sentimientos, por si lo que a mí me parece interesante a alguien le pareciera útil.
Joaquín Hernández
Salamanca/Barcelona