Parece que nadie quiera dar por terminado el curso, las
reuniones se alargan y por continuar juntos prolongamos el tiempo entre
comidas de despedida y sobre mesas
dilatadas como si con ellas pusiéramos el marchamo y estampáramos la garantía de
continuidad para el próximo periodo, atrás quedan horas de ensayo, pequeñas
discusiones y no pocas angustias que en los días de estreno o actuación se
acentúan aunque queden borradas después tras el trabajo concluido, la sensación
de que podemos mejorar nos anima a seguir adelante, ponernos metas y exigirnos
a nosotros mismos es un propósito
generalizado, no perder la ilusión es la máxima de todos nosotros al tiempo que
se fomenta el poder de la amistad y la consistencia como agrupación.
Hoy cerró el ciclo nuestra coral con una comida de despedida,
como no podía ser menos terminamos cantando por afición, desafinando con
dedicación y descomponiendo por devoción, pues ya se sabe que en un conjunto numeroso
no hay garganta que no gallee ni copla que no se entone. Muy entrada la tarde
dimos por cerrado este curso con los mejores deseos para el verano y un regreso
con las pilas bien cargadas para reiniciar en septiembre nuestra próxima
andadura.
En la sobre mesa a raíz de un comentario sobre el derribo de
un viejo árbol prometí a los amigos
Merche y Manuel hacerles llegar el
poema que inserto más abajo, espero con ello haber satisfecho su
curiosidad al tiempo que les agradezco su interés.
CANTAR ES PONER COLOR A LA MUSICA DEL
SENTIMIENTO
J. Hernández
ABUELO DE MI BOSQUE
Cuando
hoy te vi caído bajo el hacha traicionero
y
vi como llorabas tumbado ya en el suelo
sangrando
por tus llagas, quebrado y sin consuelo
sentí
la rabia inmensa de haber cortando el vuelo
de
aquel que fue gigante, de aquel que fue el abuelo
Ver
tus manos cercenadas cual las jarcias de un velero
yaciendo
diseminadas en un rastro lastimero
me
recordaron tus nidos, me recordaron tu celo
ofreciendo
en tu atalaya, refugio para el jilguero
paraguas
para la lluvia y sombra y hasta brasero
No
me pidas la respuesta, no la tengo compañero
solo
fue por ser tan grande solo por ser tan longevo
solo
el miedo a tus ramas, solo al azar traicionero
que
celoso de tu porte quisiera arrojarte al suelo
arroyando
a tu paso otras vidas, sin quererlo.
Hoy
lloro por haber muerto, guardando mi propio duelo
pues
al firmar tu sentencia maté lo que yo mas quiero,
me
quedo con tus raíces fundidas como un recuerdo
en
la tierra que tu amaste las que te auparon al cielo
J. Hernández
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