La visita a mi cliente y paisano no había tenido un buen
resultado, su droguería era un referente
en el paseo de Torras i Bages situada casi enfrente de las viviendas ocupadas por el cuartel y las
familias de la policía armada era un buen punto de venta, pero aquel día la
entrevista resultó distorsionada. Apoyados en el extremo que formaba el ángulo
del mostrador su marido cuadraba cuentas
con un personaje un tanto tosco y correoso, pues no en vano uno de los negocios
anexos la droguería era la venta billetes
para los autocares que salían para Salamanca
y Extremadura todas las semanas y precisamente ese día tocaba cuadrar la recaudación, pesetas arriba peseta abajo, recuento del billetaje y descuadres
aparecidos les llevaron un buen rato, tanto que di por suspendida mi visita comercial.
Al final los dos levantaron la cabeza, mi amigo me presentó
al que resultó ser también paisano y natural de un pueblecito de salamanca
cercano a Portugal, entendí que Villanueva del conde, no le di mucha
importancia o quizá al haber entorpecido mi trabajo me dejó poco espacio para
la amabilidad, como compensación por el tiempo perdido me invitaron a tomar un
cafetito en un bar al otro lado de la calle. El hombre no muy alto, la cara
marcada por abundantes hendiduras, nariz
en porretada y ancha, cuerpo curvado, voz rocosa y cintura de último
ojal dijo tener prisa. Los autocares con destino Salamanca y Extremadura esperaban
en un descampado en la calle Alella y aunque allí tenia quien despachaba
billetes quería estar presente para revisar las salidas, aun tuvo tiempo de
explicarme su intención de montar oficina en Madrid para un ambicioso proyecto
de viajes en avión, necesitaba comerciales y gente de confianza que le moviera
el cotarro, me dejó anotado su número de teléfono en una servilleta y así
quedamos para una próxima ocasión.
A solas ya con mi
cliente y paisano su admiración por el personaje que acababa de salir no dejaba
lugar a dudas, estaba pensando en coger los bártulos y trasladarse a la capital
de España con todas las consecuencias, su intento de animarme para que le
acompañara en la aventura no tuvo el menor éxito antes bien el tal Juan José
Hidalgo que así se llamaba el ahora ausente no me dejó la mejor de las
impresiones dadas sus pocas ganas de ser agradable.
Ahora cuando el amigo Hidalgo ha vendido su compañía en mil
millones de euros quiero pensar en cuantos vericuetos no debe haber recorrido
aquel labrador tosco, retorcido y
rechoncho como las encinas de nuestra tierra que yo conocí hasta llegar a convertirse
en uno de los hombres más ricos de España. Su historia es realmente única y su
biografía cuando menos sorprendente: hijo de labradores, rabadán, curtidor de
pieles, emigrante en suiza, pintor de brocha gorda y taxista internacional entre
otros muchos oficios para llegar a ser considerado uno de los hombres más ricos
de España, lo de un hombre hecho a sí mismo creo que cuadra perfectamente en la
trayectoria de este paisano que atesora además en su currículo innumerables
reconocimientos nacionales e internacionales.
LAS ENCINAS EN MI
TIERRA TAMBIEN CRECEN EN TERRENO BALDÍO
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