Tenía ríos con agua como los de verdad, tenía luces y hasta
un hospital enorme de dos plantas con cristales de papel rojo transparente y un
molino que movía las aspas. Las figuras eran más grandes que las mías, con más
ovejas y hasta un carnero, sus reyes eran más grandes que las otras figuras y
un pastor con una oveja al hombro estaba
siempre en medio del camino como queriendo estorbar, las pobres lavanderas estaban
metidas en el agua y tenían un montón de ropa tendida sobre unas jaras, al lado de un pescador estaba todo día enseñando
un pez colgando de su caña mientras unos
patitos se bañaban a su lado. También tenía casitas de corcho con chimenea y
unas montañas como si fueran de verdad pero eran de corteza de pino, por la
noche se encendían todas las luces y hacia muy bonito pero a mí me daba mucho
miedo porque mi tío Fortuna decía que si estaban mucho tiempo encendidas podía haber un incendio, la luces se
encendían con un enchufe en un rebujón de cables que había en el suelo. El
nacimiento de la casa de mis primos ocupaba casi una habitación entera por eso
vivían en el banco de España porque allí todo era muy grande, mi tío Fortuna cuando
se ponía su guardapolvo y cogía la herramienta era capaz de hacer todo lo que
se proponía, mis primos no le daban mucha importancia pero yo estaba deseando
apagar todas las luces y dejar solo las del nacimiento. El nacimiento de la
casa de mis primos siempre se lo bendecía el párroco de la parroquia del Carmen
porque mi tía Catalina era muy feligresa, el cura hacia muchos aspavientos y le
echaba agua bendita como si fuera lluvia y luego se comía el turrón y las
nueces y los higos que había encima de la mesa ¡ah! también bebía un poquito devino
dulce.
Cuando llegaba a mi casa yo hablaba con mis ovejas y les
decía que no se preocuparan que ellas eran más guapas y que el pastor aunque
estuviera manco las guardaba muy bien, también les hice un cobertizo muy
pequeñito y a la lavandera la metía debajo del puente para que no pasara frio, mis reyes magos no
tenían camellos solo caballos y uno tenía las patas un poco rotas pero no se
notaba porque siempre estaba apoyado en una peña, el niño Jesús tenia siempre
una pierna levantada y al buey le faltaba un cuerno y por eso siempre estaba del
revés para que no se le viera, mi nacimiento tenía el agua de plata y solo una
luz, pero tenía hierba de verdad que crecía por la noche y yo la cortaba con la
tijera que tenía mi madre para coser, nuestro nacimiento no lo bendecía ningún
cura pero yo lo regaba todas las noches.
Cuando me confesé pasé
mucha vergüenza porque le tuve que decir al cura que yo era un ladrón de tomo y
lomo porque había robado el carnero del nacimiento de mi tío Fortuna, me dijo
que lo tenía que devolver aunque nadie lo hachara en falta. Cuando lo devolví
dejé también un perrito para que me perdonaran y aunque no me vio nadie me puse
muy colorao, para que no me descubrieran no quise ir más veces a ver el belén
de mis primos en el banco de España.
DEL ESCENARIO Y DEL
CUENTO SOLO ES VERDAD LO QUE HAY DENTRO
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