jueves, 19 de diciembre de 2019

EL PORTAL DE BELEN EN EL BANCO DE ESPAÑA DE SALAMANCA


Tenía ríos con agua como los de verdad, tenía luces y hasta un  hospital enorme de dos plantas  con cristales de papel rojo transparente y un molino que movía las aspas. Las figuras eran más grandes que las mías, con más ovejas y hasta un carnero, sus reyes eran más grandes que las otras figuras y un pastor con una oveja al hombro  estaba siempre en medio del camino como queriendo estorbar, las pobres lavanderas estaban metidas en el agua y tenían un montón de ropa tendida sobre unas jaras,  al lado de un pescador estaba todo día enseñando  un pez colgando de su caña mientras unos patitos se bañaban a su lado. También tenía casitas de corcho con chimenea y unas montañas como si fueran de verdad pero eran de corteza de pino, por la noche se encendían todas las luces y hacia muy bonito pero a mí me daba mucho miedo porque mi tío Fortuna decía que si estaban mucho tiempo encendidas  podía haber un incendio, la luces se encendían con un enchufe en un rebujón de cables que había en el suelo. El nacimiento de la casa de mis primos ocupaba casi una habitación entera por eso vivían en el banco de España porque allí todo era muy grande, mi tío Fortuna cuando se ponía su guardapolvo y cogía la herramienta era capaz de hacer todo lo que se proponía, mis primos no le daban mucha importancia pero yo estaba deseando apagar todas las luces y dejar solo las del nacimiento. El nacimiento de la casa de mis primos siempre se lo bendecía el párroco de la parroquia del Carmen porque mi tía Catalina era muy feligresa, el cura hacia muchos aspavientos y le echaba agua bendita como si fuera lluvia y luego se comía el turrón y las nueces y los higos que había encima de la mesa ¡ah! también bebía un poquito devino dulce.

Cuando llegaba a mi casa yo hablaba con mis ovejas y les decía que no se preocuparan que ellas eran más guapas y que el pastor aunque estuviera manco las guardaba muy bien, también les hice un cobertizo muy pequeñito y a la lavandera la metía debajo del puente  para que no pasara frio, mis reyes magos no tenían camellos solo caballos y uno tenía las patas un poco rotas pero no se notaba porque siempre estaba apoyado en una peña, el niño Jesús tenia siempre una pierna levantada y al buey le faltaba un cuerno y por eso siempre estaba del revés para que no se le viera, mi nacimiento tenía el agua de plata y solo una luz, pero tenía hierba de verdad que crecía por la noche y yo la cortaba con la tijera que tenía mi madre para coser, nuestro nacimiento no lo bendecía ningún cura pero yo lo regaba todas las noches.

Cuando me confesé pasé mucha vergüenza porque le tuve que decir al cura que yo era un ladrón de tomo y lomo porque había robado el carnero del nacimiento de mi tío Fortuna, me dijo que lo tenía que devolver aunque nadie lo hachara en falta. Cuando lo devolví dejé también un perrito para que me perdonaran y aunque no me vio nadie me puse muy colorao, para que no me descubrieran no quise ir más veces a ver el belén de mis primos en el banco de España.
DEL ESCENARIO Y DEL CUENTO SOLO ES VERDAD LO QUE HAY DENTRO

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Este soy yo

Hace ya muchos años que las circunstancias me hicieron dejar Salamanca por motivos profesionales, instalándome en Barcelona. Añoro mis raíces y cuando vuelvo pueden encontrarme paseando solitario a primera hora de la mañana por las calles que tanta cultura han acogido. Salamanca sigue presente en mí.
Siempre he sentido la necesidad de comunicar mis sentimientos, por si lo que a mí me parece interesante a alguien le pareciera útil.
Joaquín Hernández
Salamanca/Barcelona