sábado, 1 de febrero de 2020

LOS PARAGUAS SON PARA EL VERANO

La pasada borrasca acabó convirtiendo las papeleras en un camposanto paragüeril,  cientos de paraguas encontraban en ellas su sitio  con las enaguas al aire y varillas como espetones, ya no hay paraguas de los de antes de los de toda la vida aquel que pasaba de una generación a otra, paraguas de gallina clueca que daba cobijo a una familia entera y sobraba sitio para la vecina que acogías en la calle, aquellos paraguas no se rompían fácilmente pero si sucumbían ante algún desaguisado siempre estaba el hojalatero de turno que recomponía varillas y sujetaba empuñaduras, ahora no, ahora son paraguas de usar y tirar, aquellos paraguas eran serios y hasta un poco lúgubres pero eran paraguas en condiciones negros como las urracas pero fuertes y con garras de águila, en la familia solo había un paraguas y hasta se prestaba entre vecinos cuando se aproximaba algún nubarrón.

Algo parecido nos pasa a los que ya torcimos la esquina de los setenta y es que seguimos siendo la generación del paraguas único y reparable, en otro tiempo estaríamos ya en la papelera particular, ahora gastamos en engrasadores y reparaciones pero seguimos estando útiles y como los paraguas antiguos que cerraditos aún mantenemos la compostura lo malo es cuanto tenemos que levantar el vuelo, se nos vienen encima todos los achaques y no hay varilla que no chirríe ni empuñadura que no se tuerza, tener que salir del paragüero es acudir a la caja del ojalatero buscado ungüentos para artrosis, los reumas y el tembleque de la dentadura, eso sin contar que la ciática no se te encoja y terminemos como los paraguas de bolsillo con la bisagras encogidas y dando alaridos con la varilla atravesada.

Visto lo visto somos paraguas de verano donde puedes  presumir de estar pero no tienes que demostrar, donde el remache oxidado está protegido  y no pide árnica y la empuñadura mal que bien aguanta  la figura sin despeinarse, el verano digan lo que digan es lo mejor para los que somos paraguas de toda la vida aunque la vecina no nos pida ni prestados.

AL PARAGUAS ALMIDONADO LA LLUVIA LE CUELGA CAIRELES 
                                                                                           J. Hernández
                                                                                                                            

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Este soy yo

Hace ya muchos años que las circunstancias me hicieron dejar Salamanca por motivos profesionales, instalándome en Barcelona. Añoro mis raíces y cuando vuelvo pueden encontrarme paseando solitario a primera hora de la mañana por las calles que tanta cultura han acogido. Salamanca sigue presente en mí.
Siempre he sentido la necesidad de comunicar mis sentimientos, por si lo que a mí me parece interesante a alguien le pareciera útil.
Joaquín Hernández
Salamanca/Barcelona