jueves, 18 de marzo de 2010

SALAMANCA DEBE IMPLICARSE EN SU PROMOCION

La investigadora Doña Mercedes Aguiló después de años de estudios nos lleva a la conclusión de que el autor del Lazarillo de Tormes es sin duda D. Diego Hurtado de Mendoza y que el protagonista de su novela también parece haber existido realmente o al menos haber inspirado el arranque de su obra. El zagal vivió sus primeros años alrededor de la aceña que impulsaba el molino de Tejares donde parece que nació realmente.

Estamos en 1550........



Escurrido de carnes, expropiado en el vestir y desaparejado en el calzar su día transcurría al merodeo de los pucheros y el atizonamiento de las fogatas de las lavanderas que trabajaban a la orilla del Tormes, solía llenar la andorga al rebufo de alguna navaja cabritera con que los barqueros despachaban el condumio y si no de exquisiteces si de quebrantos suficientes para tapar los lamentos de aquel estomago desagradecido que no hacía mas que resentirse por la falta de uso y el entelarañamiento de sus oquedades.

Los barqueros lo tenían de correveidile aguador de cantara y botija y mal que bien se iba apañando para sortear la dureza del invierno. Contaba más sabañones que las cuentas de un rosario y era tanta la prisa en el crecer y la mengua en engordar que más parecía pértiga de arenero que mozo de recados.

En éstas se dejó caer por allí quien por no ver se tenía por ciego, y entre aspavientos y promesas de un mejor medrar apalabró con el mozo enseñarle cuanto en la vida pudiera serle útil en el arte de mendigar que con holgura sería bastante para cubrir sus muchas necesidades.

Así anduvieron mozo y maestro por rincones, callejas y parroquias de Salamanca, estudiando ardides y estratagemas para encandilar las mentes y encoger corazones siendo socorridos por gentes principales, doctos en leyes, eclesiásticos leídos en latines, militares de fortuna e hidalgos con palillo tornadizo, que más pareciera destral de tanto morderlo.

Entre las muchas habilidades que el ciego enseñó al zagal estaba la de conocer nombres y títulos de las almas compasivas que solían socorrerlos para mentarlos en voz alta en el momento de los agradecimientos. Cabe suponer que entre los más asiduos estaría D. Diego Hurtado de Mendoza, que entre chanza y chanza debió tomar buena nota de cuantas anécdotas le eran desveladas dando así pie a la obra que marcaría un nuevo estilo en la Literatura Universal.

A lo largo de los años la novela se extendió por todo el mundo y con ella la ciudad de Salamanca se ha visto tan promocionada como sólo la Mancha lo es con El Quijote de Cervantes, sería por tanto obligado que nuestra ciudad estuviera a la altura de estos merecimientos dedicando a D. Diego Hurtado de Mendoza la consideración y el reconocimiento que se merece

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Este soy yo

Hace ya muchos años que las circunstancias me hicieron dejar Salamanca por motivos profesionales, instalándome en Barcelona. Añoro mis raíces y cuando vuelvo pueden encontrarme paseando solitario a primera hora de la mañana por las calles que tanta cultura han acogido. Salamanca sigue presente en mí.
Siempre he sentido la necesidad de comunicar mis sentimientos, por si lo que a mí me parece interesante a alguien le pareciera útil.
Joaquín Hernández
Salamanca/Barcelona