El casino reunía lo más selecto de Salamanca, allí se
cocinaban bodas, se arrejuntaban
herencias y se “estaba” si querías ser alguien en la ciudad, partidas de
cartas, bailes de salón, conciertos, puesta de largo y nombramientos de reinas
de ferias y fiestas concentraban en sus salones lo más granado de la sociedad a cuyos actos se
invitaba a todo cuanto personaje forastero, celebre o popular apareciera por la
ciudad.
Testigo de ello es esta primera foto donde los hermanos Bienvenida
comparten mesa con lo más florido de las féminas Salmantinas, entre ellas se
encuentra Emilia Antonio que por aquel entonces había ganado algún título de
Miss y fue propietaria durante mucho tiempo de una afamada perfumería en la mismísima plaza mayor, entre
las damas restantes las artistas que actuaban en esos días en los teatros de la
ciudad, pero… observen la figura que aparece a la derecha ensombrecida a golpe
de bolígrafo (Cosas de la política) es el mismísimo Gil Robles prócer
Salmantino fundador C.D.A. y al fondo presidiendo la mesa un afamado ganadero de
la casa Galache.
La segunda foto es del equipo de futbol de los empleados del mismo
casino dispuesto a jugarse el físico en
el paraje de la carretera de Zamora conocido como Prado de Panaderos, su
aguerrido aspecto y la uniformidad de sus atuendos pueden darnos idea de en qué
condiciones se jugaban aquellos partidos, pero eso sí; disputados siempre hasta
la extenuación y teniendo como único trofeo una copichuela de hojalata y un reconfortante
un porrón de vino.
Y si quieren ustedes
fotos mas nostálgicas remitámonos a las ferias y fiestas de los años veinte, observen
a estos dos mozalbetes, su uniformidad nos lleva hasta uno de los más afamados
establecimientos de la comarca, se trataba del célebre y afamado Café Puerto
Rico, un café cantante que en aquellas fechas cubría sus grandes ventanales con
amplísimos lienzos para evitar que desde el exterior pudieran contemplarse las
magnificas piernas de sus bailarinas sin pagar consumición, estaba situado en
la calle Prior lugar donde años después ocuparía el también celebrado café Simu.
Las ferias y fiestas de entonces tenían poco de populares, los
centros sociales acaparaban todo el protagonismo, la ciudanía la se conformaba con los paseos por la plaza
mayor iluminada, la expectación a la salida de las corridas de toros, el
recorrido por el real de la feria donde las barracas con la mujer barbuda, los
coches de choque, las nubes de azúcar el
tren de la bruja, la noria artrítica y las barcas de madera compartían
espacio con la tómbola de los
cachivaches de cocina, ¡Ah! Cabe recordar a los numerosos charlatanes que
ofrecían sus gangas jugando con la inocencia de los ocasionales transeúntes.
LAS FOTOS SON EL INCENSARIO DE LA
HISTORIA
J. Hernández
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