Mi amigo Miguel no tiene problemas, mi amigo Miguel tiene
clientes fijos desde hace muchos años su teléfono es su oficina, hombre
metódico de cuerpo enjuto, pulcro y aseado, lenguaje rico y modales correctos,
cuida su taxi como a el mismo e incluso
como él dice se preocupa más del coche que de su mujer, su charla es rica en
anécdotas e ilustrativa de la vida ciudadana,
es un mar de confluencias donde el humor y la tragedia se suceden en los
pocos metros de su pequeño mundo amarillo.
Miguel está preocupado por el momento que está viviendo el
sector del taxi, reconoce que es el ciudadano quien debe decidir qué medio de
transporte prefiere utilizar, reconoce que el mundo del taxi se había dejado
llevar de forma indolente hacia la dejadez olvidando su carácter de servicio
público y reconoce también la especulación desaforada de las licencias para
hacerse con un vehículo y por las cuales muchos padres de familia hipotecaron
todos sus bienes como única salida para mantener a los suyos.
Estamos de acuerdo que la situación forma parte de un intento
más de globalización general en que se está sumiendo Europa donde los fondos de
inversión intentan gobernar sectores
económicos fundamentarles, ocurrió con la irrupción de las grandes superficies
comerciales, está ocurriendo en el sector vivienda con los fondos buitre, está
ocurriendo en el sector bancario y lo intenta una y otra vez con nuestra sanidad. Miguel me dice que esto
es una lucha perdida de antemano porque los gobernantes son los propios
especuladores, que tratar de enfrentarse con sus mismas armas es un suicidio y que más les valdría organizarse y valorar su
dominio de la calle, el número de unidades disponible e intentar un mejor el
servicio aportando valores añadidos y profesionalidad en sus conductores. Miguel es muy comedido a la hora de hablar de
política, pero no puede por menos de llevarse las manos a la cabeza cuando le
pregunto por la actitud de la Generalidad ante esta situación en Cataluña,
maldiciendo por lo bajo me dice que todos son iguales que solo se preocupan por
su sillón mientras los ciudadanos tienen que jugarse el futuro a la sola carta
de su propio esfuerzo.
EL TAXI ES LA
AMBULANCIA DEL POBRE Y EL UTILITARIO DEL RICO
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