miércoles, 6 de marzo de 2019

LA HISTORIA A TRAVES DE UN CABALLO


Ataviado con gorrilla campera, ni alto ni bajo, tampoco grueso, voz de monaguillo, pelo canoso y vestimenta gris, se asomó con curiosidad al taller de pintura, no es la primera vez que lo hace, se interesa por pinturas de caballos, le escuchamos, quiere una cabeza de caballo con un lunar blanco en la frente igual a la que tenía su Lucero, aquel caballo famélico y depauperado que le regalaron cuando el tenia tan solo nueve  años. Afinamos el oído con atención, el regalo del que nos habla fue en el año treinta y nueve justo al terminar la guerra civil española, calculamos la edad de nuestro amigo, está a punto de cumplir noventa años, los hará  en Enero del año que viene, el recuerda a su Lucero al que cuidó y recuperó hasta convertirlo en un flamante semental, el mismo que transportaba los aperos de un ejército en retirada que al tomar el tren en la estación de su pueblo regalaron al chaval que les acompañaba por que el caballo ya no servía para nada.

Rafael a sus casi noventa años no ha perdido su interés por seguir aprendiendo, mientras nos cuenta su historia está esperando la hora  para entrar en el taller de informática, me cuenta que también tiene aprobados tres cursos de catalán en la escuela oficial, que su vida no fue fácil, que hizo la mili en Tetuán, que durante la guerra cobijaron en su casa a familias  que escapaban de primera línea del frente, que fueron nueve hermanos y que él llegó a Barcelona porque en la mili conoció a unos chavales de Cataluña y tanto ponderaron su tierra que decidió venir para conocerla. Observo a nuestro hombre mientras habla, sus ojillos apergaminados y chispeantes protegidos por blancas persianas me dicen que vieron más de lo que cuenta, que noventa años atrás la vida no era un regalo  y que detrás de esos ojos hay aún muchas ganas de vivir. Rafael sigue insistiendo en su cabeza de caballo quiere una y admite con decisión que si no es pintada la va realizar en arcilla con sus propias manos en el taller de cerámica pero no quiere estar solo, necesita compañía para tener con quien charlar, explica que de pequeño ya se hacia sus propios juguetes y que trabajar la arcilla no tiene secretos para él, me he ofrecido para acompañarle en esta nueva singladura artística, sin decirle que por escucharle pagaría dinero y por acompañarle me matricularía en su curso de vida, no siempre la historia real está en los libros y hay libros que se pierden sin ser escritos.

                 LA HISTORIA NO SIEMPRE ESTÁ ESCRITA EN PAPEL
                                                                                                 J. Hernández

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Este soy yo

Hace ya muchos años que las circunstancias me hicieron dejar Salamanca por motivos profesionales, instalándome en Barcelona. Añoro mis raíces y cuando vuelvo pueden encontrarme paseando solitario a primera hora de la mañana por las calles que tanta cultura han acogido. Salamanca sigue presente en mí.
Siempre he sentido la necesidad de comunicar mis sentimientos, por si lo que a mí me parece interesante a alguien le pareciera útil.
Joaquín Hernández
Salamanca/Barcelona