Abandono la cafetería, el personal que me atendió de origen
extracomunitario me despide con un adiós con acento indescifrable, adivino
salarios mínimos y jornadas injustas, la franquicia para la que trabajan es una
más de las que está colonizando el barrio al tiempo que clonan fachadas y unifican
ofertas, el resto de establecimientos en su mayoría queda repartido entre orientales y pakistaníes solo algún autóctono aguanta hasta poder
jubilarse, es el futuro y el presente de la población catalana, alguno
chapurrea el catalán, los mas no están interesados en lo que pase fuera de sus
establecimientos aunque sus hijos formen parte de las aulas mas heterogéneas
que se hayan visto nunca. Cataluña será lo que quiera ser, ¿Pero de que
Cataluña hablamos? ¿De la actual? ¿De la próxima generación? ¿O tal vez de la de los catalanes que ellos
mismos no sepan que lo son?
La prensa estos días se llena de noticias de juicios y
procesos, parece que toda Cataluña
estuviera siendo juzgada en Madrid,
nadie se acuerda de “Los otros Catalanes” aquellos que no forman parte del
cincuenta por ciento, no existimos, no contamos, no estamos. Son muy pocos los
lazos amarillos que siguen colgados en las solapas, muy pocas también las
banderas independentistas que cuelgan en los balcones pero en el ambiente se respira
la calma que anticipa la tempestad. Muchas
banderas duermen en el arcón esperando su revancha y que no pocos de nuestros
vecinos extenderán sin pudor su catalanismo mientras nosotros (el otro
cincuenta por ciento) estaremos en medio de todo, rebotando de frontón en
frontón obligados a definirnos sin bandera a la que acogernos ni proceso al que
culpar.
COMPRENDER ES A ENTENDER LO QUE
PRUDENCIA ES A PODER
J. Hernández
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