Aleteaba
el pajarillo desolado en una rama
tras
dejar la celosía de la grieta con retama,
no
podía consentir dejar sola aquella dama
que
abrigara los polluelos acogidos en su cama
y en
las noches de tormenta protegiera su ventana.
Voló
entre las arquivoltas logró posarse en su cara
una
lágrima constante por su boca se derrama,
no
puede entender el gesto, aletea, pía y clama
mas
la dama no responde, mantiene pose espartana
mientras entre capiteles el fuego prende la llama.
Se
derrumbó la cubierta, del nido no queda nada,
remueve
entre los cascotes, allí estaba calcinada
pone
un ramito de olivo, pretendiendo así arroparla,
dejó
enterrada la gárgola la que dio cobijo y cama,
el
no sabe que es de piedra y piensa que tiene alma
que
murió al quedar presa defendiendo de la llama
con
sus lágrimas continuas el nido de la retama.
El
pájaro llora a la amiga, poniendo el buche en su cara
y trinando
busca el cielo para decir que allí estaba
la
más pura criatura sin que a nadie le importara
que
aun estando contrahecha y la boca desdentada
murió
salvando a sus hijos mientras ella se quemaba.
J. Hernández
.
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