Yo no sé si a ustedes les pasa pero a mí me está saliendo una
barriga que no parece mía, yo fui educado en la abstinencia y en la moderación
a la hora de comer y siempre me crié como fideo en sopa de fraile, espelde que
mantuve hasta bien entrados mis años y no pocos meses pues andando en patrona
ya se sabe que el pellizco era ración y el agua multiplicadora de caldos y por
ser estos ya tacaños en su esencia no dejaban color en servilleta ni sabor en
el estomago y a puro buche mal había de correr la hebilla del cinturón hasta
encontrar agujero donde posarse y a tantos agujeros hube de dar cobijo que hubo
de sobrarme la cincha pues solo la hebilla cubriera el socavón bajo el
costillar, pero hube de dar con
maestresa menesterosa y prodiga en buenos condumios para que la tabla de lavar se
me rellenase y el ombligo tendiera a ocultarse como caracol en tiempo frio y se
bien lo que digo pues detrás de una loma parece haberse ocultado cuando he de
usar retrovisor para adivinar su guarida y acaso despalillar el entorno de su
morada al tiento, que no siempre la pelusa es propicia al desalojo y por lo
intrincado del entorno suele ocultarse en lo más profundo de su cueva que por
tener repisas y salientes suele medrar en los entresijos de la roca colgada
cual murciélago nocturno.
No veo manera de recuperar la esbeltez perdida, siempre se
dijo que es de mal educados rechazar el primer plato pues das a pensar que
esperas al segundo por ser este generalmente más sustancioso y de mejor
condumio y bien rematas la sopa sin remilgos hasta las mismas hilas del hondón te llegan los aromas del segundo
que ni salido de horno segoviano fuera mejorado, alimento de cuna castellana
aquella del barro de Pereruela donde un ajo y una hoja de laurel con un poquito
de tomillo por encima y si usted quiere una ramita de romero dejan la carne que
ni boda real lo igualara, añádase a esto buen postre y unos entrantes de
principio para rematar con un cafetito y tres sopapos de siesta que más parecen
apuestas de resistencia que minutos
Al paso de los días hacemos los mejores propósitos: a partir
de mañana todo el mundo a régimen, pero la falta de testigos invalidan la
apuesta y si bien es verdad que nos sentimos engañados por nosotros mismos no
es menos verdad que siempre hubo absolución con el arrepentimiento y dado que
la penitencia la llevamos encima no dejamos de fustigarnos añadiendo mas
mortificación por nuestra culpa añadiendo el cilicio que nos impide la flexión y nos martiriza e
imposibilita recortar las uñas de los pies que más parecieran de gavilán si no
fuera por el luto, con lo cual el sufrimiento es doble ya que el andar se hace
dificultoso obligándonos a calzar holgado y tener los cordones por adorno y las
babuchas como tabla de salvación. Hoy hemos caído en la cuenta que la culpa es
de la bascula y es que hace años que no la hemos cambiado y la pobre debe andar
llena de achaques, hemos decido jubilarla y como le tenemos tanto cariño
prometemos no poner otra en su lugar para mantener vivo el recuerdo de su
memoria.
YO NO PESO TANTO, SOLO HE
ENCOGIDO
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