Los calzoncillos de la gitana serán muy modernos pero es como
si llevar un cilicio en tiempo de cuaresma, por ellos tengo las ansias dormidas
y la entrepierna en depilación constante, a cada paso una sierra desdentada me obliga
a espernancarme cual vaquero sin caballo, eludir el pellizco representa lanzar coces a
derecha e izquierda como si tratara de espantar moscas con los cascos, para cambiar
la carga tengo que buscar un sitio discreto pues tocarme la entrepierna es de
mala educación y todo por estos puñeteros peleles que más parecen cinturón de castidad en época
de cruzadas que enervantes jubones masculinos.
La culpa es de la gitana que se pone a vender ropa intima a
la puerta del supermercado, es ella y nada más que ella la culpable de mi
desgracia, al pasar a su lado doy
siempre un respingo pero ella inmutable sigue allí ere que ere pregonando desde
su carrito los tentadores estuchitos de tres unidades por un módico precio y …digo
yo si no podía vender trapos de cocina, alfombres para el coche o plumeros para
tubos de escape, pero no; la buena señora ahí sigue con esa sonrisa malévola de quien disfruta de
la desgracia ajena y tiene sometida a toda la generación varonil del barrio al
martirio del escozor. Para mi consuelo veo
que no soy el único, en este barrio andamos todos con la pata vuelta buscando
el equinoccio para ponerlo a salvo y no
falta quien entre dientes ahogue sus penas mascullando un improperio al paso de
la interfecta, definitivamente la puñetera gitana a cambiado la manera de andar
de los hombres del barrio y ya sean barrigudos, cargados de espaldas o canijos
en vendimia todos andamos a lo Gery Cooper en Solo ante el peligro, las
pistolas no nos hacen falta porque las manos no van precisamente a las caderas
y el andar desgarbado lo hemos sustituido por una marcada tendencia entre
RoboCop y muñeco articulado. Pero mi desgracia tiene muy larga fecha de
caducidad, hoy me han dado sudores
cuando he visto en el armario una previsión de estuchitos como para poder
abastecer las necesidades del cuerpo de legionarios y es
que la puñetera gitana se ve que me ha cogido manía y le ha endosado a mi mujer
una oferta de 2X1.
Los puñeteros calzoncillos no digo que no sean modernos y de
buena calidad, pero tan exquisitos que el contenedor del ponedero está rematado
en zic-zas con una especie de fibra de hilo de pescar y son tantos los vaivenes
y tantos los escozores de las partes nobles que al final el andar se convierte en
un pugilato intertesticular que siempre termina en tablas y acabas pidiendo la
hora, lo paradójico del caso es que cuando mi mujer aboga por la economía de
mercado yo gasto mas en cremas y en polvos de talco que el ahorro que para ella
supone una oferta irrenunciable.
EL CALZONCILLO MODERNO
ES UN PARCHE PIRATA METIDO A NIDAL
J.
Hernández
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