Nuestro hombre desapareció durante unos meses, su edad nos
hizo pensar en algún contratiempo serio, durante este tiempo y sin que él lo
supiera su caballo lo ha estado
esperando en un rincón de nuestro taller, cuando apareció esa mañana sus
ojillos seguían igual de chispeantes, su gorrilla (la misma ) un poco mas lacia
y su cuerpo siempre enjuto quizá un poquito más apergaminado, sus casi noventa
años no le habían restado un ápice a su interés, su mirada siempre inquieta
seguía siendo la del niño que busca su regalo de reyes por los rincones de la
casa y allí estaba su caballo, desafiante, magnifico, con las crines al viento
y fulgor en los ojos esperando a su dueño, se abrazó al lienzo intentando convencerse a sí mismo de que era para él y solo para él sin otro
precio que el habernos hecho participes de aquella historia que nos contó de
cuando a sus nueve años el ejército en
retirada le regaló un caballo famélico y desnutrido al que puso el nombre de Lucero por la mancha blanca que tenía
en la cabeza. A Rafael el mozo de
remplazo que hizo la mili en Tetuán se
le llenaron los ojos de lagrimas y en un
gesto de incredulidad quiso asegurarse de que aquello no era una broma,
que aquel caballo que el tenia en sus manos podía llevárselo a casa igual que
le pasó con el de su historia real en el año treinta y nueve.
El día que nos contó su historia Miguel Petronio pintaba una marina, escuchó el relato de nuestro
hombre y en su interior adquirió el compromiso de satisfacer el deseo de
nuestro peculiar visitante, se vio en el sentimiento de Rafael a sí mismo cuando en época militar también él tubo contacto
con caballos como lucero, guardó silencio pero en su interior se prometió hacer
que aquel sueño se cumpliera, sin llamar la atención ni explicarlo a nadie
pintó y guardó el lienzo durante meses esperando el regreso de nuestro amigo, me consta que hizo más de un boceto pero solo cuando estuvo seguro de haber dado
con el Lucero de la historia dio por buena su obra, la desaparición momentánea
de Rafael añadió emoción al encuentro pero al final y fundidos en un abrazo se cerró
un capítulo de nuestra guerra civil teniendo un caballo como protagonista.
PINTAR
CON SENTIMIENTO ES PONER POESIA EN LOS COLORES
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