El nuevo carnet de conducir me ha puesto de cara al espejo, ese
no soy yo, el que aparece en la foto es un anciano sin mueca, caído de carnes, rictus de tablón de desaparecidos y color
ceniciento, no, este no puedo ser yo, esa cara no es la mía yo no soy ese
hombre inexpresivo que aparece en mi carnet de conducir, ese es
alguien que suplanta mi personalidad, yo soy ese otro que ha estado en el campo
trajinando con aperos, mangueras de riego, enjalbegando paredes, cortando leña y trabajando la piedra, ese soy yo y no el
zanfona desafinado que aparece en el
recuadro, reconozco que uno va cumpliendo años y se desinfla como fuelle de acordeón que pierde el aire por los
costados o como odre de vino en tiempo de secano, este puñetero carnet quiere erigirse en notario de mi vida y
a mí que he conducido desde los veinte años me concede solo una prorroguita
como haciéndome un favor, me niego a
acatar sus ordenes reniego del fol de gaita que aparece en la foto, ese no soy
yo. Pero además me hace pensar que el próximo aviso me dejará en el umbral de
los ochenta y entonces es posible que el acordeón no tenga fuelle y lo que
había de ser tecla sea martillo, las gafas anteojos y quién sabe si este motor
mío que anda ya resoplón no necesitará carga de gasógeno para seguir
funcionando, por no hablar de otras partes más intimas que mucho me temo que de
ser gatillo pasen a ser perdigón.
No quiero pensarlo, me vuelvo al campo pensaré que ha sido un
mal sueño, que nada de esto ha sucedido
y que sigo siendo el de siempre, seguiré forrando de piedras el paisaje,
hablaré con almendros y granados mientras lleno su alcorque de ilusión, arrancaré a los troncos sus
esquirlas para el fuego y seguiré poblando de flores cada rincón, nadie me va a
pedir el carnet para hacer todo esto ni a nadie tengo que dar explicaciones sobre
mi sobrero de paja roto o ese pantalón corto y parcheado que deja ver los
nudos que el tiempo escribió en mis
pantorrillas. La naturaleza no me pregunta, me agradece y me da las gracias por
mis desvelos y tengo por testigos el esqueje de antaño hoy hermoso parral, o los muros de piedra ahora madriguera
y despensa de insectos y golondrinas o
el bosquecillo de encinas primas hermanas de los eucaliptos gigantes que
vigilan la entrada alrededor de las albas paredes de la casa que cual hojas en
blanco aparecen dispuestas para reescribir la historia. Allí me tendrán ustedes
enjalbegando hasta borrar la foto del carnet de conducir esperando al grafitero
que quiera contar las andanzas de un conductor que entonces ya no tendrá carnet
de conducir.
CAMINAR ES FACIL LO DIFICIL ES ENCONTRAR EL CAMINO
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