lunes, 23 de noviembre de 2020

EL RAPAZ DE LAS MANZANAS

 


Correteaba el rapaz con sus verdades al aire

el alma blanca,  locuaz y costillares de hambre

renegrida es ya su piel, tiznada al llegar la tarde

tiene el rapaz de la alberca solo apellidos de madre

calza abarcas de goma, con vendo puesto al desgaire,

la chambra con desgarrones y el calzón largo de talle

se ha criado entre terrones no sabe quien fue su padre.

 

Las campanas dan las muchas, pueblo en misa ¡espabilarse!

ha saltado tras la tapia ha logrado encabritarse

aquel manzano para él solo, solo subir y afanarse

dos manzanas al pañuelo, la mejor para su madre

otra para el chiquitin; para él, vendrá a la tarde.

 Y ya dejando la tapia, corre esquivando el paisaje

pero el guardián perro viejo para en seco su viaje

al suelo las tres manzanas, al suelo su dulce carne.

Son dos tirones de orejas, dos garfios que le hacen sangre

Tocará  luchar la cena, mañana… sorbos de aire.

 

Murió el manzano de viejo, el mozo lo vio esa tarde

recordando sus manzanas, las que pagó con su sangre

los garfios de aquel salvaje, a salario del alcalde

y se vio arrastrado y sucio a presencia de su madre.

 

Sale la gente de misa; negras mantillas de encaje

pasan justito a la puerta, vienen robándose el aire

el cacique pastorea, con un Cristo su estandarte

y mira con displicencia, mira no viendo a nadie.

llega allí en procesión,  fariseos, ricos de hambre.

 

El mozo aguarda en la puerta, se retan solo mirarse

el galán que se entremete, grita cortándose el aire

grita apretando los dientes, grita que viene a buscarle

que su madre fue la mártir pero él es un cobarde.

Y apretandose las uñas, las hiende hasta hacerse sangre

es sangre de sentimiento,  sangre que llega  tarde

para lavar las ofensas que el pueblo lanzó a su madre.

 


Miserable y usurero que propiciaste el chantaje

pa quedarte con la hacienda y mi honra mancillaste

ahora, solo “ties” dinero sin futuro y sin raigambre

quédate tus apellidos, quédatelos,  dios te guarde

que tu  oro sea la losa  y  entierro del miserable

que osando pisar la rosa dejó la tierra sin sangre.

                                                                     

                                                         J. Hernández

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Este soy yo

Hace ya muchos años que las circunstancias me hicieron dejar Salamanca por motivos profesionales, instalándome en Barcelona. Añoro mis raíces y cuando vuelvo pueden encontrarme paseando solitario a primera hora de la mañana por las calles que tanta cultura han acogido. Salamanca sigue presente en mí.
Siempre he sentido la necesidad de comunicar mis sentimientos, por si lo que a mí me parece interesante a alguien le pareciera útil.
Joaquín Hernández
Salamanca/Barcelona