Ha renacido una nueva generación, la del 47 ese autobús de película que subió hasta el barrio de Torre Baró en Barcelona y ha situado en el comedor de nuestra casa la lucha de una emigración interior no muy distinta a la que ahora llega en patera hasta nuestras costas. La lucha de Torre Baró se dio en otros muchos barrios de Barcelona llámese Carmelo, Casa Antúnez, Pont, Casas baratas…etc.etc. tal como nos las describe nuestro cronista de posguerra Francisco Candel. La generación a la que alude nuestro autobús es una generación hoy desconocida en lo testimonial y poco valorada, una generación avergonzada de sí misma que nunca creyó ser la fuente de riqueza y el gran despliegue de la economía catalana, una generación acomodaticia y trabajadora que dejó los prejuicios en su tierra y aún hoy viven la historia como un lastre o la mantienen entelada bajo un cristal difícil de romper.
El celebrado autobús 47 ha destapado un pasaje hasta ahora desconocido para la mayoría, sería necesario que los que en esa época tomaron asiento en tantos autobuses como los de Manuel Vidal rompan su silencio y se decidan a ponerse bajo los focos, quizá descubramos en las bodegas de esta Barcelona entregada ahora al turismo y la especulación las biografías inéditas que complementarían la realidad del país de la desesperanza, biografías que podrían escribirse también en alemán o en el idioma de los cantones suizos.
El viaje termina, su parada final no queda lejos, muchos de los pasajeros fueron bajando en las paradas intermedias, es quizá el momento en el que el resto al igual que los hermanos ESTOPA contaban con humor la entrada de sus mayores en Barcelona con un cochino vivo en la baca del coche, nos pusiéramos trabajar aún acudiendo a la vis cómica y contemos a los curiosos de la historia como la Cataluña que conocemos hoy se complementó rellenando puestos de trabajo a cualquier precio, con la premisa de trabajar sin exigencias y haciendo horas a destajo para salir de la miseria. Esta generación la del 47 es a la que ahora nuestros gobernantes ningunean una mísera pensión y hacen padecer en un toco mocho imperdonable hasta los últimos años de su vida.
AL AUTOBUS DE NUESTROS POLITICOS LE FALTA UN MANUEL VIDAL
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