Era una tranca rugosa
Un leño, robusto y negro
Con estilo barroqueño
Y hechuras de mire Ud.
Se atravesó el puñetero
Y a modo de aquí te espero
Se rió del aguacero
Que la cisterna espetó
El agua dale que dale
El leño que aquí estoy yo
Y no valieron los baldes
Con que el amo lo hostigó
En esto vino la Loles
Y al cielo, se encomendó:
Dios mío ¡Que tarugón!
¡Cómo pudo cuerpo sano
Deponer este estacón!
Si más parece una rama
O el mango de un azadón
Y mesándose el cabello
Por la explanada gritó
Invitando a quien quisiera
A sumarse a su estupor
Calmadas fueron las aguas
Formamos la comisión
Y tras llegar a un consenso
Hallamos la solución:
Del deudo no fue la culpa
Del leño tampoco, no
El cuerpo tuvo un okupa
Y el dueño no se enteró
La culpa sin duda alguna
Fue del asiento, señor
Por no cumplir con holgura
Para el fin que se creo´
Y dictada la sentencia
El troco se cercenó
No digo si guillotina
O si a garrote murió
Mas cuentan las malas lenguas
Que al pasarse de estacón
Anunciaron en la prensa:
¡Ha cagado Salvador!
El amable lector tendrá que perdonar mi atrevimiento pero una especie de apuesta puso en entredicho la publicación de esta anécdota y uno que es de pronto fácil puso la pluma en el empeño y a modo de Quevedo improvisado he querido dejar constancia de este hecho que sin requerir presencia de galeno sí que pareció en algún momento necesitar concurso de partera.
Nota: Los nombres de los protagonistas son invención del autor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tiene a su disposición este espacio para sus comentarios y opiniones. Sea respetuoso con los demás