Los marines lo trajeron en helicóptero sin atreverse a poner fin a su vida, el enemigo número uno de los EEUU ha sido capturado, eso decía el último mensaje. En principio debía de ser llevado a Guantánamo pero se decidió consignarlo en un punto avanzado en alta mar para evitar filtraciones y alejarlo de cualquier contacto con el exterior.
Los interrogatorios como siempre fueron duros, el detenido también como siempre se mostró indolente y retador, la carencia de traductores oficiales dilató el proceso y también como siempre las mismas respuestas a idénticas preguntas, un dialogo aprendido para no dar pistas, una vez más aquel personaje jugaba con sus captores. La identidad no dejaba lugar a dudas y los rasgos físicos se correspondían con la imagen que buscábamos pero nada ni nadie podía asegurar a ciencia cierta que aquel secuestrado era realmente el individuo rastreado por los cuatro continentes desde el 11 de septiembre.
Todos estos recuerdos le vinieron a la cabeza cuando el periódico en las noticias del día recogía la noticia de que Ben Laden había sido lanzado al mar pero… ¿De qué Ben Laden se trataba? ¿Del detenido en una base secreta de EEUU? ¿Del que apareció escondido en populoso barrio de nueva Zelanda? ¿Del que ellos mismos dieron por muerto después de interrogarlo en lo que aparentemente era un barco pesquero? ¿Muestras de A.D.N. en familias extraordinariamente prolíficas y endogámicas?
No se sabrá nunca si se ha acabado con Ben Laden porque él mismo se ha duplicado para despistar a sus perseguidores distribuyendo dobles por los cinco continentes, la facilidad imaginativa de su turbante y su barba descuidada, la falta de documentación gráfica reciente junto a retoques quirúrgicos hacen imposible distinguir al auténtico Ben Laden de sus señuelos; nada ni nadie estará seguro de haber acabado con él y ni siquiera si estará escondido en las montañas de Afganistán, Pakistán o estará viviendo en una de sus grandes mansiones en la otra parte de Asia. A Al Qaeda también le interesa jugar con esta incertidumbre porque dándolo por muerto puede esgrimir como venganza cualquier ataque terrorista en cualquier parte del mundo mientras ataca con argumentos jurídicos la potestad de los EEUU para asesinar impunemente cuando les venga en gana sin que ningún organismo mundial se oponga a ello, y por otra parte disfrutar su revancha y ridiculizar a los norteamericanos haciendo aparecer a Ben Laden vivo en algún acto de repercusión mundial con lo que además tendrán que justificar las muertes hasta ahora impunes de los Ben Laden sacrificados como víctimas inocentes.
El sol había hecho sus estragos, me había quedado adormilado leyendo el periódico, la realidad me sobresaltó y hasta me pareció que aquel camarero tenía una sonrisa enigmática de complicidad cuando desperté de mi pesadilla, en el periódico seguía la noticia: Ben Laden ha muerto.
SI BEN LADEN SE HUBIERA DESECHO DE SU TURBANTE Y DE SU BARBA ¿SERIAMOS CAPACES DE RECONOCERLO?
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