martes, 21 de junio de 2011

INDIGNOS, INDIGNADOS E INDIGNADORES.

Como cuando el pasado domingo un pueblo indignado sale a la calle para gritar a sus políticos que no confía en ellos es porque las cotas de hartazgo deben haber sobrepasado todos los limites, pero estar implicados en la administración de un colectivo al que una parte los elige democráticamente mientras otra pone en duda su capacidad de liderazgo es para que los elegidos presenten su dimisión  o se dejen de parafernalias  y se pongan a trabajar con la efectividad y la humildad del asalariado que debe convencer de su valía al jefe que les paga y al cual deben rendir cuentas.

Pero nada de esto parece tener sentido, al pueblo que es el que paga se le llama inculto, se le trata con dureza y se le incluye en el concepto de “desarrapado” por dormir en la calle, utilizar sistemas reciclados y tratar de vivir de otra manera mientras que los que habían de servirlos se refugian en burbujas aisladas de la realidad convirtiéndose en reyezuelos de una corte efímera de la que sólo esperan obtener rentabilidad a corto plazo para ellos y sus afines.

Los que no aparecen en esta escena son los indignadores profesionales aquellos que observan al pueblo y a sus reyezuelos desde sus despachos acristalados con el pulgar tensando sus tirantes, donde el confort es sistema de vida y el ruido de las cacerolas se interpreta como llamadas de  pedigüeños de  parroquia apostados bajo su dintel a los que con unas monedas les transforma en serviles y humillados vasallos.

Las escenas delante del Parlamento Catalán nos mostraron la triste realidad de un pueblo sobrepasado por los acontecimientos, tanto los que esperaban pancarta en mano como los que huían desorientados estaban materializando una escena de pura supervivencia, dos castas inferiores enfrentadas sin saberlo por y para un poder superior que nos manipula a su antojo y donde dejándonos solo una pequeña cota de libertad nos hace creer que podemos decidir nuestro futuro.

A los grandes centros de poder les basta con dar una opinión equivocada para arruinar nuestra producción hortofrutícola, nos imponen restricciones y aumentos de producción para competir con naciones emergentes, con la excusa de la competividad acuerdan ERE’s y despiden trabajadores para fabricar luego en países del tercer mundo a los que previamente colonizaron como embajadores del progreso, se hacen con nuestras propiedades asfixiándonos económicamente, nos chantajean pidiendo ayudas cuando se descubre que prestaron un dinero que no tenían y se fusionan repartiéndose sustanciosos dividendos haciéndose más grandes  para eliminar a la competencia.

Estos son los indignadores profesionales que viven de nuestro descontento, se mantienen de nuestra resignación y alimentan la incertidumbre atizando el ascua de la inseguridad.

SI LA DIGNIDAD DE UNA HUMILDE TRABAJADORA  DESMONTÓ AL CAPO DEL F.M.I MILES DE TRABAJADORES PUEDEN DESMONTAR SU INFRAESTRUCTURA.

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Este soy yo

Hace ya muchos años que las circunstancias me hicieron dejar Salamanca por motivos profesionales, instalándome en Barcelona. Añoro mis raíces y cuando vuelvo pueden encontrarme paseando solitario a primera hora de la mañana por las calles que tanta cultura han acogido. Salamanca sigue presente en mí.
Siempre he sentido la necesidad de comunicar mis sentimientos, por si lo que a mí me parece interesante a alguien le pareciera útil.
Joaquín Hernández
Salamanca/Barcelona