jueves, 18 de agosto de 2011

VENTRERAS, PARES Y TIJERAS


Quiero suponer que no es nada corriente encaramarse en lo alto de un tejado del pirineo Oscense donde la losa y el barro siguen empleándose en la reconstrucción tradicional. Es una suerte que alguien te explique sobre el terreno lo que es el cumbre, el tirante, la uña, la barriguera y al mismo tiempo te indique por qué cambian los canetes o que las vigas también precisan de injertos y amputaciones en las uñas antes de darlas por perdidas en su totalidad y cómo las contreras y los tirantes deben calcularse para dejar limpio el paso de la chaminera que seguirá siendo el alma del hogar.

Nada es corriente en este pueblo del pre-pirineo donde la t.v. no llega a imponer modas ni criterios porque no se utiliza, donde las tablas de la ley son respetar el medio ambiente, la construcción tradicional es el paisaje mismo y la esencia de un sistema de vida que quiere ser rural por convicción más que por tradición. La vida aquí es dura, es necesaria mucha fuerza y mucho tesón para luchar en un clima extremo, una voluntad de hierro a prueba de desalientos y mucha confianza en el futuro apartados voluntariamente del mundo tan dislocado,  costumbrista y pantagruélico que estamos padeciendo.

Hay más niños que los que encontramos en nuestra visita anterior (Tiempos de paila, tiempos de Aineto)  la media de edad de los adultos es relativamente joven y el censo de población hubiera crecido de no estar comprometidos a reconstruir sólo el pueblo original sin posibilidad de otras edificaciones. La iglesia es la única que resiste a ser recompuesta y su torre aun esbelta y firme aparece en el paisaje como un faro de montaña con las cuencas vacías añorando alboradas y toques de fiesta mayor.

Mucho queda y quedará por escribir de este pueblo que mantiene en alto su inconformismo y enarbola la bandera de la naturaleza como seña de identidad, no es mala cosa comparar realidades y formas de vida a través de sus variopintos pobladores, unificados por una forma de vivir pero polifacéticos en conocimientos, títulos académicos y titulaciones superiores, que no dudan en ponerse el mono de trabajo cuando llega el momento de subirse a un andamio bajo un sol de justicia y emprender la tarea de reconstruir  sus hogares siguiendo las normas de los canteros y carpinteros que pasaron por allí hace cientos de años.

SI LOS INDIGNADOS PROFESIONALES SE DECIDIERAN A TRABAJAR NO QUEDARIAN EN ESPAÑA PUEBLOS ABANDONADOS.

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Este soy yo

Hace ya muchos años que las circunstancias me hicieron dejar Salamanca por motivos profesionales, instalándome en Barcelona. Añoro mis raíces y cuando vuelvo pueden encontrarme paseando solitario a primera hora de la mañana por las calles que tanta cultura han acogido. Salamanca sigue presente en mí.
Siempre he sentido la necesidad de comunicar mis sentimientos, por si lo que a mí me parece interesante a alguien le pareciera útil.
Joaquín Hernández
Salamanca/Barcelona