jueves, 8 de septiembre de 2011

A LA SOMBRA DE LA ERMITA DE MONTERRUBIO


Desde la terraza la besana de oro de La Armuña no tiene final, la tarde decae y la tertulia se convierte en una sucesión de recuerdos donde  todos somos protagonistas y  primeros actores de historias mil veces contadas y renovadas en cada ocasión, nadie es  capaz de poner fin a nuevas ilustraciones, los relatos surgen atropelladamente entre  carcajadas y gestos de complicidad, todos conocemos los giros del idioma, las anécdotas y los chascarrillos pero los escuchamos como si fuera la primera vez añadiendo dejes y matices, el tiempo parece comprimirse, queremos detener el reloj pero es inexorable, el final llega por inevitable y la luna nos dice que la tarde acabó hace muchas horas,  lo que comenzó como tertulia terminó en ronda trasnochadora.
Regreso a Barcelona repasando estos momentos, no tengo muy claro si son éstos lo que llamamos añoranza o es la propia añoranza la que nos viste estos momentos como añorantes, la paella compartida, el encargo de hacer llegar libros sobre Carpintería de Armar Española hasta Aineto (Huesca) para que sirvan a otra generación en otra autonomía, la sensación de traerme un trozo de la Salamanca en fiestas por el mural anunciador de las corridas que traigo conmigo, los libros hallados en las librerías de viejo imposibles de conseguir en estamentos oficiales, el patear las calles aun solitarias viendo como todos los acentos se unen admirando la historia escrita en piedra, el ver repuesto el sentido común retornando  el nombre de Gibraltar a la calle que quisieron llamar del expolio…….
Cuando se habla de cambiar la Constitución, de inmersión lingüística, de cotas de autonomía, de recuperación de documentos, pienso que ninguno de estos políticos ha disfrutado de reuniones familiares donde al acento se le denomina gracejo, al castellano hablado en la intimidad se le llama “charruno”, los legajos son libros antiguos que se hubieran perdido si alguien no los recoge a tiempo, a las tradiciones se le llama afición, el pan con tomate liga con el jamón de Guijuelo y la mejor bandera es el mantel de la mesa familiar que de tanto usarse no tiene color. 
Cuando recuerdo todo esto me da la sensación de que el mundo lo tergiversan los políticos, las diferencias las alimentan las autonomías, las banderas las crean los radicales y el dinero lo  pone el pueblo en la hucha llamada España que todos quieren romper con el mazo de la reivindicación.

CUANDO ALGUIEN GRITA INDEPENDENCIA ES QUE NUNCA COMPARTIO MANTEL FUERA DE SU CASA.

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Este soy yo

Hace ya muchos años que las circunstancias me hicieron dejar Salamanca por motivos profesionales, instalándome en Barcelona. Añoro mis raíces y cuando vuelvo pueden encontrarme paseando solitario a primera hora de la mañana por las calles que tanta cultura han acogido. Salamanca sigue presente en mí.
Siempre he sentido la necesidad de comunicar mis sentimientos, por si lo que a mí me parece interesante a alguien le pareciera útil.
Joaquín Hernández
Salamanca/Barcelona