Déjenme que yo les diga que viajar
es encontrar. Visitábamos Támara (Palencia) de la mano de D. Pedro de Hoyos y
su esposa, anfitriones naturales y entusiastas de Tierra de Campos, y en su pos
íbamos empapándonos de historia y, por qué no decirlo, con la promesa de
terminar degustando unas deliciosas “trufas” de morcilla de la tierra cuando
ante una duda de la historia del templo-catedral que visitábamos acudió a
nosotros recogedor y escoba en ristre la, al parecer, encargada de la limpieza,
docta y contundente en sus conocimientos, exacta en sus fechas y no menos concreta
de datos y estadísticas. Nos sorprendió su facilidad para el dialogo y
espontaneidad desinteresada y en ello estábamos delante de las deliciosas “trufas”
cuando nos enteramos de que nuestra informadora accidental era propia la
alcaldesa, Doña Concha Gallardo, que con el mismo entusiasmo barría, guiaba o
presidía las sesiones del ayuntamiento.
Otro tanto nos sucedió en Sasamón
(Burgos) esta vez de la mano de D. Jesús Muñoz, profesor en la Universidad de
la capital, cuando sorprendidos por el extraordinario tesoro que teníamos ante
nosotros y lo increíble de su historia y dimensiones se nos ofreció como guía
voluntario D. Daniel Peña, vecino del pueblo, que fue desgranado en primera
persona hechos y circunstancias de la recuperación de aquel patrimonio
abandonado durante siglos y cuya historia se remonta al siglo I y el devenir de
la época romana con la presencia de Octavio Augusto en la ofensiva contra los
cántabros.
Nos sorprendió al explicarnos que
él mismo apacentó ganado entre aquellos restos milenarios y cómo los propios
vecinos aportaron sus aperos y maquinarias para desbrozar el tesoro que
suponían encerraban aquellas tierras de
las cuales se sienten protagonistas. Nos confesó estar cerca de los noventa
años, haber sido alcalde durante más de un cuarto de siglo y sin pretenderlo
nos hizo cómplices del orgullo que sentía al poder compartir con nosotros
aquellos tesoros protegidos con tanto cariño y por los que tanto había luchado
el pueblo entero. Nos despedimos de él con admiración, envidiando su buen
estado físico y la claridad de su mente que él achacaba precisamente a
mantenerse activo e ilusionado, enseñando junto con otros jubilados la historia
de su pueblo a los visitantes.
También en el cercano Olmillos de
Sasamón son los jubilados los que se encargan de hacer de guía, enseñando la
historia de sus monumentos que miman como su propia casa y explican desde la
experiencia personal y uno provinciano y emigrado al fin y al cabo regresa a
Barcelona con la satisfacción de saber que hay paisanos volcados en y por
nuestra tierra por la sola condición de serlo y la satisfacción de amarla.
CON MI PROMESA DE VOLVER CON MAS
TIEMPO PARA PALADEAR TANTA BELLEZA PATRIMONIAL OS INVITO A SORPRENDEROS CON SU
HISTORIA
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