sábado, 8 de octubre de 2011

…….Y LA PILARICA MIRÓ PARA OTRO LADO

Timoteo Pérez, Sóstenes Romero Flores y Juan Martin se situaron junto a la tapia de adobe que les señalaba el teniente coronel de la guardia civil, la incredulidad y el estupor dejó paso a la terrible sensación de que aquel bárbaro iba a cumplir sus amenazas. Ninguno de los tres acertaba a comprender la realidad del momento hasta que una descarga de fusilería puso fin a sus vidas. La gente del pueblo, con los rostros crispados de espanto, no daba crédito al terrible espectáculo que les habían obligado a presenciar mientras escuchaban los lamentos del infortunado Sóstenes que con hilo de vida invocaba el nombre de sus hijas, aquel teniente coronel no se lo pensó dos veces, desenfundó su pistola y descerrajó el tiro de gracia que calló los lamentos de aquel infeliz. 

Era el 17 de Abril de 1945. La partida del “Gachó”, con más de cuarenta hombres a sus órdenes, había sorprendido a cuatro guardias civiles de patrulla en el pueblo de Mesas de Ibor (Cáceres), desarmándolos y despojándoles de sus uniformes. Al día siguiente el pueblo fue tomado por cientos de guardias civiles, entre ellos jovencísimos aspirantes del colegio de Valdemoro  al mando del teniente coronel Manuel Gómez Santos. Patearon la sierra sin dejar escondrijo ni ribazo por escudriñar pero la partida del “Gachó” no apareció por ningún sitio. Encolerizado aquel teniente coronel dispuso el más denigrante y sanguinario escarmiento que jamás se había dado en la historia de la Benemérita: sin juicio previo ni posibilidad para defenderse aquellos guardias civiles vejados y desarmados por los maquis fueron fusilados y enterrados sin ninguna ceremonia en una fosa común.

La historia es así de cruel, los propios guardias fueron obligados a fusilar a sus compañeros de manera que el miedo se extendiera por todas las casas - cuartel de la Benemérita y el terror de lo ocurrido en Mesas de Ibor hiciera  de los guardias civiles obedientes y sumisos represores y  a sus familias rehenes de cualquier despropósito de sus mandos.

Las muchas horas de charla lograron que aquel guardia civil después de pasar a la reserva me contara algunos retazos de esta negra historia, un resquicio el día de su patrona, a la hora de los brindis, me dio la pista para saber que algún hecho terrible e inconfesable había ocurrido dentro de la propia Institución en un pueblo de Cáceres. Durante años intenté completar este relato con nombres y apellidos pero la disciplina  de aquel guardia no tenia fisuras y un relato que pudiera mancillar a “su” guardia civil no entraba en sus planes de confidencialidad.

Quiso la casualidad que  transcurridos los años un  libro de Lorenzo Silva y otro de Lopez Corral pusieran en mis manos los datos que me faltaban, hoy en vísperas de su patrona tengo que contarlo como homenaje a aquel guardia y con él a la propia Guardia Civil y a los muchos servidores que sufrieron el acoso y la represión de sus propios mandos que no dudaban en sacrificarlos, pues según presumía el entonces director general de la guardia civil, D. Camilo Alonso Vega, tenía todos los gallegos y andaluces que quisiera por un duro

EL 17 DE ABRIL LA PILARICA DEBERIA ESTAR DE LUTO

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Este soy yo

Hace ya muchos años que las circunstancias me hicieron dejar Salamanca por motivos profesionales, instalándome en Barcelona. Añoro mis raíces y cuando vuelvo pueden encontrarme paseando solitario a primera hora de la mañana por las calles que tanta cultura han acogido. Salamanca sigue presente en mí.
Siempre he sentido la necesidad de comunicar mis sentimientos, por si lo que a mí me parece interesante a alguien le pareciera útil.
Joaquín Hernández
Salamanca/Barcelona