martes, 4 de octubre de 2011

UN RELOJ EN EL DESVAN


Los cirimeneos adormecidos en el desván parecían testigos de otras vidas  protegidos por un dosel de telarañas, las  gateras en el tejado permitían que la luz del sol jugara a ser rayo y el polvo jugueteando con la fuerza de la gravedad se hacía  protagonista al trasluz de la penumbra. Candiles, coyuntas y albardas colgaban de las vigas deformadas por el paso del tiempo mientras por el suelo se desparramaban mil chirúmenes sin orden ni concierto, muebles, aperos, cántaras, jofainas, damajuanas, tajos, un aguamanil y hasta una cómoda desvencijada que dormía derrengada  y maltrecha apoyada sobre la pared del fondo junto a un desfondado sillón de mimbre cuyo cojín de cretona mordido por la polilla daba a la escena un antiguo sabor de hogar; en el rincón más alejado un reloj de pared parecía dormir de pie esperando inmóvil el  paso del tiempo en una espera destinada a medir la eternidad.

Los chicos se abrían paso en aquel bosque de seres inanimados, la escasa luz de un ventanuco les permitió llegar hasta el viejo reloj,  una capa de polvo parecía querer envolverlo para siempre pero un soplido espontáneo dejó ver una magnífica esfera donde  los números aun legibles y la marca de origen incrustada en el centro manifestaban su garantía de calidad, el péndulo sonó alegre al primer movimiento y la puerta de cristal que lo amparaba dejó libre  la llave de su resurrección.

El relojero después de examinarlo confirmó la precisión de aquella maquinaria; una mano de barniz realzó su aspecto exterior, el péndulo recuperó su rítmica oscilación y un suspiro de alivio parece salir de sus entrañas cada vez que la puerta de cristal se abre para dar paso a la mano amiga que le da vida cada semana tensando la cuerda que mueve sus múltiples ruedas dentadas.

A  MI AMIGO MANUEL Y TODOS LOS QUE COMO EL ENCONTRARON  TRABAJO DESPUES DE AÑOS DE LUCHA Y DESESPERO 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Tiene a su disposición este espacio para sus comentarios y opiniones. Sea respetuoso con los demás

Este soy yo

Hace ya muchos años que las circunstancias me hicieron dejar Salamanca por motivos profesionales, instalándome en Barcelona. Añoro mis raíces y cuando vuelvo pueden encontrarme paseando solitario a primera hora de la mañana por las calles que tanta cultura han acogido. Salamanca sigue presente en mí.
Siempre he sentido la necesidad de comunicar mis sentimientos, por si lo que a mí me parece interesante a alguien le pareciera útil.
Joaquín Hernández
Salamanca/Barcelona