Para avivar un rescoldo nada mejor que una ráfaga de viento;
cuando los defensores de los animales se apostaron por primera vez delante de
la plaza de toros de Barcelona para protestar estaban haciendo resurgir una
fiesta que languidecía por inanición y preparaba su cierre inminente.
Prohibir las corridas de toros ha hecho que los no habituales se presenten ante la prensa
como fervientes perjudicados y los aficionados foráneos os rasguéis las
vestiduras por lo que consideráis atentado contra la libertad de
expresión; los partidos catalanistas
recogieron lo que se les servía en bandeja y enarbolando la bandera del
separatismo subtitularon la fiesta como foránea a pesar de que Cataluña ha sido
siempre cuna y semillero de grandes aficionados y durante muchos años puntera
en festejos taurinos.
Al resto de España se os vendió como una bofetada a todo lo
que en Cataluña sonaba a tradición española y aquí me tienes en medio de un guirigay sin
sentido orquestado por unos y otros y por la mismísima Generalidad que, como no
sabe donde gastarse los cuartos, está dispuesta a indemnizar al empresario de
la plaza con una cifra de muchos ceros, cuando la hubiera conseguido a precio
de liquidación.
Ya ves, querido amigo, como la política embiste a todo lo
que se mueve, le importa un bledo la incongruencia de mantener los corre bous
en las fiestas populares al tiempo que prohíbe las corridas de toros, no tiene
remilgos en gastar millones en indemnizaciones mientras escatima en sanidad,
educación y necesidades sociales, y ahora los aficionados son anti catalanistas
cuando la afición a los toros en esta comunidad es tan antigua como su propia
historia, todo un disparate a cuyo engaño acudimos como quien embiste al peto
del caballo sin reparar que en este caso
es el político de turno el que se ha puesto el castoreño para manejar la vara a
su antojo.
De todos modos no te
preocupes, seguirá habiendo corridas de toros en Cataluña después de las
elecciones, porque el recurso ante el Constitucional será uno de los banderines
de enganche del partido que gane y ya sabes que los aficionados como tú aunque
le importe un bledo lo que ocurra en Cataluña votarán por los toros aunque sea
el de Osborne.
Por mi parte poco más puedo decirte salvo que mi afición
nacida en nuestra tierra viendo en las dehesas los toros bravos en libertad
decayó cuando tuvimos en casa un animal de compañía que nos enseñó que también
los animales tienen sentimientos.
Con un cordial
saludo de tu paisano y amigo:
Joaquín
Hernández
P.D. Las corridas de
toros hubieran desaparecido sin pena ni gloria igual que desaparecieron en esta
comunidad las carreras de galgos, los antitaurinos han conseguido el efecto
contrario.
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