sábado, 24 de septiembre de 2011

LA MAQUINA DEL CAFÉ


Tómese como se quiera,
Tómese como pudiera,
Tómese cuando quisiera,
Tómese mientras espera
Como sea ¡Tómese ¡

Andaba mi magín tramoyando con éstas y otras divagaciones al socaire del dispensador de refrescos y del ronroneo de la música ambiental mientras esperaba mi turno en la sala de espera. Viendo el devenir de una anciana delante de una maquina de café me acerqué solícito pensando que la buena mujer no estaba muy ducha en el manejo de aquel artefacto y uno servicial por demás y metomentodo cuando menos recibió un mohín por respuesta y un “Deje usté, que yo bien sé” envuelto en un mirar entre vergonzante y vergonzoso.

No hube de dudar mucho en que mi sitio estaba en seguir esperando y dejarme de zarandajas y con ello me remití al asiento que poco antes me acogiera, no dejó mi mente de musarañear por la sala manteniendo siempre como eje de atención aquella maquina dispensadora de café,  chocolate y refrescos donde la anciana hacia guardia casi militar acompañando el recorrido con un giro de cabeza hacia la  garita automática.
No hubieron de pasar muchos minutos cuando a la coronela de bastón, collar y medalla se le emparejó otra atildada dama de las que si juntas se sumarse la edad pasaban de lejos el ciento y mitad, ambas dos rebuscaron faltriqueras y entre temblor y pálpito arterial dieron de comer a la ranura del 0´50.

Recogieron su regalo como pajarillo plumonero  caído del nido y pude ver, o mejor no ver más, que sólo una de las mujeres juntaba las manos como quien aguanta un tesoro mientras que la otra la acompañaba con la mirada y un gesto de cuerpo entre protector y equilibrante, sentáronse delante de mí y  para confirmación  de mi sospecha olí más que vi que era un chocolate aguado el contenido de aquel vaso de usar y tirar.

Sorbo va, sorbo viene aquellas dos mujeres compartieron su precaria colación; sorbo va sorbo viene escocían en mi bolsillo las últimas monedas recuperadas del cambio de un billete, la dignidad de las damas no me dejó más camino que abandonar el lugar pensando que la lista de la  necesidad está llena de apellidos españoles que se mantienen en pie por el orgullo de haber sido y la negación de ser.

 POR 0´50 DE NADA YO PRENTEDÍ QUE A UNA DAMA CALENTARA AQUEL CAFÉ, MAS PENSÓ AQUELLA ANCIANA QUE COMPRABA SU ALTIVEZ

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Tiene a su disposición este espacio para sus comentarios y opiniones. Sea respetuoso con los demás

Este soy yo

Hace ya muchos años que las circunstancias me hicieron dejar Salamanca por motivos profesionales, instalándome en Barcelona. Añoro mis raíces y cuando vuelvo pueden encontrarme paseando solitario a primera hora de la mañana por las calles que tanta cultura han acogido. Salamanca sigue presente en mí.
Siempre he sentido la necesidad de comunicar mis sentimientos, por si lo que a mí me parece interesante a alguien le pareciera útil.
Joaquín Hernández
Salamanca/Barcelona