El tío Liborio no acudió este año al pueblo para la fiesta de
su patrón, no es que el tío Liborio fuera
creyente pero eran las únicas fechas en que los paisanos que dejaron el pueblo
regresaban para matar nostalgias a manotazos, abrazos osunos y jatos de estreno.
El último año tío Liborio anunciaba a todo el que quería
escucharle que se quedaba en el pueblo, que volvería a su huerta, que quería
ver crecer los tomates, las sandias y cuantos productos se propusiera
trabajando la tierra como se hizo siempre, que quería montar una cooperativa, quería
que cediesen las tierras improductivas para
destinarlas a la gente que las quiera trabajar, quería evitar que se sigan
cayendo las casas del pueblo sin que nadie ponga remedio, quería volver a la
vida los cauces contaminados de los arroyos, quería que la vieja escuela fuera abierta
de nuevo para los peques, quería dar oportunidad a grupos de emigrantes que
quisieran repoblar los pueblos abandonados, pedir créditos para iniciar una nueva cabaña caprina que al ramonear evitase los incendios del monte, quería acabar con los
pesticidas que envenenan el campo y las semillas transgénicas, quería erradicar
de la comarca los insecticidas de Monsanto y la Bayer y sus venenosos
herbicidas, quería recuperar semillas autóctonas, quería y proponía, pero nadie
le escuchó.
En algunos corrillos se habla con preocupación de la salud
del tío Liborio, hay quien dice que no anda bien de la cabeza, que está
recluido en una especie de clínica, que tiene la manía sembrar pimientos y
tomates entre las flores de las macetas y hasta una parra dicen que tiene en su
ventana, que más de una vez ha rechazado la medicación y siempre clama por las
pócimas que el mismo se preparaba, hay quien guarda silencio en el grupo mientras
muestra una reseña de la prensa del día:
MONSANTO-BAYER A SIDO CONDENADA A PAGAR UNA INDERNIZACIÓN MILLONARIA a un
jardinero estadounidense por haber sido víctima del cáncer al manipular un
herbicida fabricado por ellos llamado GLIFOSATO,
el mismo laboratorio tiene pendientes cientos de demandas por la misma
causa, alguien apunta que quizá el tío Liborio no estaba tan loco y no
falta quien recuerda que las semillas autóctonas no germinan cuando las tierras
han sido tratadas con estos venenos disfrazados de herbicidas.
PARA VENDER MILAGROS SE REGALAN DESGRACIAS
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