No, no es posible esta no es la Cataluña del seni y de la
integración, a esta Cataluña le han subido las faldas y nadie parece capaz de
bajárselas, el enfrentamiento dialectico ha dado paso un gravísimo enconamiento
y una agresividad impensable hasta hace pocos años, el transitar por los
“puntos calientes” de la ciudad es toda una aventura y el manifestar
abiertamente tu opinión puede acarrearte serios disgustos, viajar en el metro
con una bandera española provocó la rechifla de una parte de los viajeros
mientras el resto callaba, callar es el verbo mas conjugado en estas costas, sin
que nadie sea capaz de predecir hasta cuándo.
La palabra república está posicionándose ante la palabra
independencia, decir república es aunar muchas indecisiones, sustituir
república por independencia suena menos traumático incluso para muchos españoles
sin connotaciones catalanas, hablar de república puede venderse fácilmente como
resarcimiento, remover el poso de la historia de los Borbones con esta tierra y
su caída de popularidad resulta muy rentable para reforzar la causa de la
bandera estelada, remitir a la gente hasta Cuelgamuros y las razones de la reinstauración
del trono no es difícil de argumentar, conseguir sacar a la momia de Franco del
Valle de los Caídos será insuflar una nueva dimensión en los ánimos republicanos.
Mientras tanto el pueblo llano está en medio, nadie lo
defiende ni encuentra donde cobijarse, el amor a la patria empieza por
preguntarse ¿a qué patria? nuestros hijos están divididos, nuestros vecinos se identifican
entre los del lazo amarillo y los que no, nuestros nietos hablan castellano y
catalán indistintamente sin ningún trauma, lo de las banderas les interesa un
comino y lo que les asusta es que la gente se enfrente en la calle.
Cataluña tiene miedo, ir con la cara tapada a una
manifestación que se dice pacifica auspiciada por el presidente Torra deja muy
claro la nula intención de atemperar los ánimos, ver recular a los mozos de
escuadra hasta encastillarse dentro del parlamento catalán nos remite a las
escenas del asalto a la Bastilla francesa, mientras tanto la gente parece obviar
que las bajas de cualquier
sublevación las pone siempre el pueblo, que las soflamas de quien los dirige son
gratuitas pero pueden resultar muy caras y vienen siempre de quien tiene dispuesto
el pasaporte en el bolsillo. El ultimátum de Torra al gobierno de Sánchez hace
patente la grieta insondable en el propio seno de la coalición independentista
resquebrajando los criterios de su
unificación. Las próximas fechas serán determinantes mientras la ciudadanía
intranquila se pregunta quien defiende
sus intereses cotidianos.
BANDERA
ES LA CARPA QUE TAPA EL CIRCO DE LA INOPERANCIA
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