¿Hay sitio para todos? ¿Podremos escoger la residencia donde
queramos estar? ¿Podremos cambiar de residencia si no nos gusta la que nos
asignen? El trato indignante, la suficiencia de la directora, el sometimiento
del personal a sus órdenes, la falta de higiene y rigor en el régimen de comidas
han levantado ampollas después del programa visto en televisión, lo más
triste es que los familiares lo sabían o
al menos lo intuían y no hicieron o no pudieron hacer nada por impedirlo.
Son muchas las residencias de ancianos a las cuales hemos
acudido con nuestra rondalla para entretener a los residentes, sus caras nos
decían si estaba bien atendidos o de lo contrario su forzada estancia tenia mas
de orfanato que de residencia, la escasez de personal, ambientes cerrados sin apenas ventilación,
mobiliario amortizado, saturación de
residentes y carencia de estímulos eran lo tónica dominante. Acercarnos para
escuchar sus experiencias era para ellos un bálsamo, poder alegrarles un ratito
era el mejor de nuestros regalos aunque el salir de allí dejáramos atrás el
poso amargo de la impotencia.
Cuando algunos familiares se acercaban para darnos las
gracias había siempre una especie de resignación dibujada en su riostro.
Conocimos personal amabilísimo pero superado por el número de ancianos a los
que tenía que atender, intuimos dejación de higiene a favor de la eficacia,
personal en prácticas sin otra aspiración que la de callar con todo para
conseguir entrar en plantilla y residentes con deficiencias mentales sin
atención especializada a los que se les trataba como simples muñecos, si
después de este caso visto en televisión nos hacemos de nuevas es que somos
unos hipócritas.
IMPOTENCIA E
IMPORTANCIA SON SIAMESAS SEPARADAS AL NACER
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