Caminaba
el buen burrito
ramajeando
el camino
peladas
tiene las ancas
el
lomo de pergamino
las
herraduras sin clavos
y en
el ronzal un espino.
A
su vera dos zagales
con
vara de fresno fino
le
fustigaban los flancos
ante
su paso cansino.
Al
pasar un altozano
en
la mitad del camino
un
labriego que los vio
se
plantó y les conmino
a
que dejaran al burro
suelto,
libre y sin espino.
Los
zagales que lo vieron
no
buscaron ni el camino
atrocharon
monte abajo
barbechando
sin destino.
El
labriego mientras tanto
y
el burro blanco platino
acompasando
su paso
tornaron
hacia el molino.
Curó
el gañan sus heridas
a
aquel blanco peregrino,
lustró
sus ancas dolidas
curó
su paso cansino
herrando
con nuevos clavos
los
cascos de aquel rocino.
El
burrito relinchaba
muy feliz por su destino
teniendo
cama de paja
bajo
techo y sin espino.
Burrito
de blanca piel
aquel
de paso cansino
hijo
de la burra blanca
y
padre negro cetrino,
la
cama donde tu duermes
fue
cuna de mi destino
cuando
la burrita blanca
tras
el portón del cortino
arengó
a los gallinas
contra
aquel cerdo cretino
que
a hocicazos se erigiera
de
la pocilga el rey, y previno
emperador
ser del corral
a
falta de buen equino.
J. Hernández
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