lunes, 3 de agosto de 2009

EL ESPERPENTO LLEGA A GRADOS DE PAROXISMO

He repasado la noticia varias veces por si la hubiera entendido mal, resulta que el ayuntamiento de Barcelona retirará todas las placas de los edificios que en su día puso el Ministerio de la Vivienda donde se indicaba que el edificio estaba subvencionado.

Yo me pregunto qué puede molestar una plaquita de latón en un edificio para que tengamos que pagar entre todos el coste de tenerla que retirar. Entiendo que si los vecinos lo acuerdan sean ellos los que corran con los gastos, pero no entiendo que un Ayuntamiento que cobra por todo tenga que cargar con el coste de este capricho.

Se comenta que algunos vecinos se sienten molestos por tener la “plaquita” en su edificio y que no pueden aguantar más el yugo y las flechas que se adivinan en su composición. A mí esto me parece genial, pero en ese caso tendrían que devolver los dineros que se ahorraron al conseguir sus pisos, ya que si un símbolo tan simple les molesta, les tiene que resultar imposible vivir con la conciencia mancillada sólo de pensar de que se aprovecharon de un régimen de tan infausta memoria pero del que se valieron para ahorrarse unas pesetas y conseguir un piso en mejores condiciones. Si esto es así estoy seguro que estarán haciendo cola para devolver este dinero y poder recobrar la paz y el sosiego que da tener la conciencia tranquila al tiempo que pueden maldecir y con razón al régimen que los oprimió y que les obligó a vivir en un edificio subvencionado.

Me parece que estamos llegando a unos limites esperpénticos, no sé cuanto nos va a costar retirar las plaquitas de marras, pero con la cantidad de necesidades que hay en Barcelona me parece una aberración malgastar el dinero de esta manera, y sobre todo me parece una gran hipocresía por parte de los vecinos, ya que si tanto les molesta lo fácil es coger una escalerita y un destornillador y en cinco minutos nos ahorran a todos una buena cantidad de euros; después serán estos mismos vecinos los que se quejarán de aumentos de impuestos o de carestía de servicios, pero no estaría de más que alguien les recuerde que sus manías, sus demonios o sus supersticiones nos obligan a distraer un dinero que podría destinarse a mejores empresas, pero aquí todo el mundo calla mientras el ayuntamiento otorga, los votos son los votos y a vecinos tan puntillosos no se les puede dar pié para que se quejen.

¡Ah¡ Aunque parezca un chiste, la calle Numancia ha sido la primera en rendirse ante este disparate y según parece la presidenta de la comunidad de vecinos Dñª Maria Teresa Aparicio dice que en Berlín seria impensable ver una cruz gamada en la fachada, y digo yo qué tiene que ver el culo con la témporas.

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Este soy yo

Hace ya muchos años que las circunstancias me hicieron dejar Salamanca por motivos profesionales, instalándome en Barcelona. Añoro mis raíces y cuando vuelvo pueden encontrarme paseando solitario a primera hora de la mañana por las calles que tanta cultura han acogido. Salamanca sigue presente en mí.
Siempre he sentido la necesidad de comunicar mis sentimientos, por si lo que a mí me parece interesante a alguien le pareciera útil.
Joaquín Hernández
Salamanca/Barcelona