domingo, 31 de enero de 2010

ADOBANDO LOS RECUERDOS

No hay quien pueda con estos paisanos míos que cada año se empeñan en celebrar la matanza y convierten el barrio de San Andrés en el zaguán de nuestros pueblos.
El pasado día 24 mas de ciento cincuenta fuimos los matanceros y más de trescientas manos las que anduvieron a ello, unos con más maña,otros con peor arte, pero los más con la ilusión de recordar tiempos pasados y consejos aprendidos.La humareda se extendió por todo el barrio y todo el barrio sabía que estábamos a lo nuestro, a recordar nuestras raíces y a pasarlo bien entre paisanos y amigos.Más de uno debió pensar que por el humo se sabía donde estaban los Castellano Leoneses.El olor a chamusquina y el jolgorio de los asistentes metidos en faena se aderezó de buena mañana con la copita de aguardiente con pastas,después corrió el porrón y la bota de vino al amparo de las primeras probaduras, de resulta de las cuales hubo de poner orden por que a fe de muchos, allí acabamos con el cerdo y su parentela si a tiro se ponía.
Del morro asado nos fuimos al hígado encebollado y del hígado a los primeros adobos junto a un queso viejo puro de oveja que nos vino de Palencia de la mano de Josefina, nuestra relaciones públicas. Tras un momento de calma extendimos las mesas, que más parecían dispuestas para banquete de boda ancestral que de pitanza matancera. De entrada la caldereta a la que nos tiene acostumbrados cada año nuestra paisana Marisol resultó como siempre la mejor forma para redondear la mañana, y era de ver la maña de algunos en redoblar los platos junto al desmayo de otros lamentando no atreverse con más; después nos visitó el lomo fresco adobado y como no: de postre, el arroz con leche que a más de uno hizo llorar por no haber dejado sitio en la andorga para acomodar aquella delicia. Total, que empezando de buena mañana no reparamos los estómagos hasta la caída de la tarde, en la que después de la comida se organizó baile y se danzó como se pudo o si se pudo se danzó porque la cosa no estaba muy clara.
Hacíase notar el remorder de las conciencias encomendándose a la Santa Ascensión del Colesterol, a Santa Gota bendita, o San Hígado que ya me acusas; también el trapicheo de pastillas para el día después, contra la Santa Tensión, contra San Azúcar Moreno y el que más y el que menos San Apretando la nalga, porque si no, no llego. La jota Castellana se juntó con Paquito el chocolatero, y de ahí poco faltó para en un arranque espontáneo alguien pretendiera hacer la competencia a la Marchante en Eurovisión.
Al final la cosa dio también para una cena al martes siguiente, y como recuerdo: unos preciosos chorizos que cada uno curará en su casa y en cuya tripa además de las carnes mejor adobadas de la región están las ilusiones de unos amigos que aman a su tierra, que no quieren perder sus costumbres y que por encima de políticos y tendencias partidistas tienen la satisfacción de seguir sintiéndose orgullosos de sus raíces. Ahora sólo queda recuperar fuerzas para la próxima celebración de Santa Águeda donde las mujeres que siempre mandan, ese día además lo celebran.
Con ser muy delicado el tema me atrevo a destacar el protagonismo que para todos estos festejos alguien tiene que asumir y que en este caso, aparte de la ya mencionada Marisol, lo tuvieron como siempre dos charros incuestionables que son Ángel y Muriel y por supuesto Dora, zamorana de pro que llega a ser un compendio de sapiencia costumbrista y servicio a los paisanos en una sola persona, sus adobos siempre discutidos pero siempre aceptados compiten solamente con sus ganas de empujar a los paisanos para que no decaiga la fiesta.
Es posible que esta sea la última matanza celebrada en el edificio que ahora dejamos pero queda en pie nuestro interés en seguir celebrándolo en el de nueva construcción que según lo previsto debería estar dispuesta el próximo año.

1 comentario:

  1. Esperemos que el proximo año podamos celebrar la matanza en el nuevo local y si puede ser que en lugar de ser 150 seamos 200, eso seria una buena cosa

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Este soy yo

Hace ya muchos años que las circunstancias me hicieron dejar Salamanca por motivos profesionales, instalándome en Barcelona. Añoro mis raíces y cuando vuelvo pueden encontrarme paseando solitario a primera hora de la mañana por las calles que tanta cultura han acogido. Salamanca sigue presente en mí.
Siempre he sentido la necesidad de comunicar mis sentimientos, por si lo que a mí me parece interesante a alguien le pareciera útil.
Joaquín Hernández
Salamanca/Barcelona