viernes, 15 de enero de 2010

LAS TRAGEDIAS COMO LAS DE HAITI NOS DEJAN PARALIZADOS

No he podido sustraerme a la enorme tragedia que asola a este país, las constantes informaciones no pueden ser más desalentadoras y las carencias que en ellas se ponen de manifiesto nos hacen darnos cuenta de que a pesar de lo que nos quejamos somos unos privilegiados porque el azar nos destinó a nacer en este primer mundo.
No es asimilable que tanto horror y tanta desgracia se den cita en el mismo punto del planeta, pero llama más la atención que estas desgracias nos descubran las carencias constantes como sistema de vida, donde la palabra futuro no existe y donde la palabra presente no abarca mas allá del día en que se vive.
El resto de las naciones parecen querer competir en demostrar su capacidad para ayudar más rápido, con más medios y con la prepotencia de sentirse superiores y avezados en catástrofes, deslumbrarán a la población con flamantes uniformes, sistemas sofisticados de detectación, generadores de energía suficientes para iluminar una población, depuradoras de agua, raciones de comida que ellos jamás habían tenido a su alcance y hospitales de campaña más completos que los que disponían en su localidad
Pero esto pasará y al cabo de unos meses seremos tan ajenos al vivir de cada día de los haitianos que el problema quedará sepultado al igual que sus cadáveres, la ruina de sus vidas seguirán siendo suya al igual que los escombros de sus edificios y este mundo nuestro los seguirá manteniendo en su gueto, creando a su alrededor montañas de burocracia que les impedirá aspirar a nada más que a ser esclavos de la desgracia de haber nacido para ser pobres.

Lo imperdonable de todo esto es que siempre habrá quien saque tajada de tanta desgracia, las grandes multinacionales con sus laboratorios al frente estarán haciendo planes que engordaran sus futuros balances, los medios de comunicación se disputarán el honor de haber conseguido la foto que definió mejor el horror, se enorgullecerán de haber movido a la población para recaudar fondos a favor de los desfavorecidos, mientras ellos valiéndose de estas noticias nos habrán bombardeado con una publicidad que les proporciona beneficios superiores a todo lo recaudado en las aportaciones de particulares, y cuando lo lógico sería seguir invirtiendo para sacar a los damnificados de la miseria los habremos remitido al limbo del olvido, dejándoles una deuda externa que les impedirá cualquier margen de maniobra para aspirar a un futuro mejor. Mientras tanto aquí seguiremos discutiendo si la falta de papeles les da derecho a inscribirse como ciudadanos o quedan relegados a su mundo de miseria y carencias por haber tenido la desgracia de haber nacido en una de las muchas haitís que en el mundo hay.
..........................................................
sábado 16 de enero
Vuelvo a casa escuchando Radio Nacional y me asombro al ver cómo hay bancos que cobran comisiones sobre aquellas aportaciones que los ciudadanos hacemos para ayudar en esta catástrofe. Es indignante esta voracidad, se enriquecen hasta con las miserias de los más míseros. Alguien dice que ya ha habido rectificación de los bancos, que simplemente se trataba de un automatismo informático que ya está solucionado..¡Joé con los automatismos, siempre a favor (automáticamente) de los mismos!
¿La solución? Un poco más de papeleo: se saca dinero en metálico con una mano y con la otra se ingresa directamente en la cuenta de la ONG preferida.
¡Buitres!

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Tiene a su disposición este espacio para sus comentarios y opiniones. Sea respetuoso con los demás

Este soy yo

Hace ya muchos años que las circunstancias me hicieron dejar Salamanca por motivos profesionales, instalándome en Barcelona. Añoro mis raíces y cuando vuelvo pueden encontrarme paseando solitario a primera hora de la mañana por las calles que tanta cultura han acogido. Salamanca sigue presente en mí.
Siempre he sentido la necesidad de comunicar mis sentimientos, por si lo que a mí me parece interesante a alguien le pareciera útil.
Joaquín Hernández
Salamanca/Barcelona